INFORMES ESPECIALES

La tercera fase del cordobesismo

Por Lea Ross para Radio Panamericana

Punilla volvió a ser noticia por la aparición de nuevos casos de Covid-19. En las “filminas” del presidente Alberto Fernández, durante su última conferencia grabada, se expuso una serie de mapas divididos por departamentos. La primera, con fecha del 21 de mayo, veíamos que el sector punillense formó parte de los lugares con infectadxs. Eso fue por la dispersión del virus en la región sur, con cuatro casos en Villa Carlos Paz y otros cuatro en Icho Cruz, fruto del brote del Hospital Italiano, en la capital cordobesa.

El mapa posterior tenía como fecha el 3 de junio. Allí, Punilla no presentó casos ese día, lo cual no deja ser una imagen paradigmática sobre el achatamiento que venía teniendo ante la alarmante pandemia global.

Pero ahora, con el tercer y último mapa, con fecha del 25 de junio, Punilla volvió a ponerse colorida por los casos de La Falda, fruto del brote de Villa Dolores, al otro lado de la montaña, y que en éste momento ha llevado a una serie de imputaciones por parte de la fiscal Paula Kelm.

Según expuso el gobernador Juan Schiaretti, en una conferencia realizada a posterior del que encabezó el presidente, existen tres “vectores centrales” que explican los brotes en nuestra provincia:

1) Personas que llegan de afuera a la provincia: como ocurrió con los casos de La Cumbre hace unos meses atrás;

2) El ingreso y tránsito de camioneros: en su discurso, Schiaretti recordó que la provincia forma parte del corredor bioceánico, quien antes de la pandemia, se predisponía de agilizar su tramo vial para el transporte de materia prima que se exporten, tanto al Océano Atlántico como la del Pacífico. De ahí, las sospechas sobre el rol de la Autovía de Montaña.

3) Reuniones sociales aglomeradas: como ocurrió con el locro realizado en La Falda.

Los dos primeros vectores demuestran que el “bien-intencionalismo” de u territorio no es suficiente, sobre todo si la flojera poblacional impulsa el tercer vector. Punilla ha sido el segundo departamento cordobés que más había respetado a rajatabla la cuarentena. Así lo estipuló un Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y Grandata, al comparar la movilidad promedio entre el 2 de mayo y el 23 de abril de los habitantes del mundo, mediante los registros en movimiento de los teléfonos celulares. Allí, Argentina disminuyó su locomoción un 55%, la provincia de Córdoba un 49,66% y Punilla un 57,95%, superior al promedio nacional. Junto con Calamuchita, eran los únicos que estuvieron por arriba del promedio provincial.

Y sin embargo, todo esto no evitó que la región centro norte del departamento, durante su reconfortante fase 4, haya retrocedido a Fase 1 durante un par de días, manteniendo una situación émula a la Capital Federal y el Conurbano Bonaerense. Incluso, Punilla fue el escenario del primer caso mortal de la provincia, ocurrida en La Cumbre, como así también ser de los primeros de exposición pública de los casos “laterales”, que serían las muertes ajenas al Covid-19 y que ocurrieron bajo la desatención del sistema sanitario público, como son los decesos de Pamela Nieto Pereyra en La Falda y Liliana Giménez de Villa Giardino.

Aunque también ventiló su costado creativo: Capilla del Monte fue uno de los lugares donde se iniciaron, quizás a nivel nacional, las primeras protestas callejeras con aplicación con un protocolo propio, como son los barbijos y la distancia individual a dos metros. Esas inéditas intervenciones fueron impulsadas por las mujeres organizadas en reclamo de justicia por el asesinato de Cecilia Basaldúa, que ya ha cumplido recientemente dos meses de su muerte.

Pero a pesar de toda ésta alarmante situación, el gobernador busca su provecho en la misma.

Fases del Cordobesismo

Durante gran parte del trayecto de la pandemia, Schiaretti se mantenía ajeno a las cámaras por su doble condición de ser grupo de riesgo (por su edad y por su salud), lo cual llevó a que sea su vicegobernador, el joven Manuel Calvo, ofrecer su caripela en las propagandas televisivas y, de ahí, germinarse como el heredero del proyecto pejotista para las elecciones a gobernador de 2023.

Sin embargo, todo cambió desde hace unas semanas, donde ahora el propio gobernador es el que da la cara, otorgando conferencias (sin habilitar preguntas a la prensa). Incluso, figurando en los registros fotográficos para la prensa, como lo expone ésta pauta oficial para los medios gráficos.

La diferencia entre José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti es que el primero quería rabiosamente ser presidente de la Nación, aunque tenga que hacer las cosas apuradas. A penas asumió como gobernador en 1999, su principal eje era mostrar a Córdoba como un ejemplo a seguir en cuanto a su costado impositivo-previsional, basado en la reducción del 30% de los impuestos y la aplicación del 82% móvil a jubiladxs, además de reducir la edad de la jubilación. Temerarias iniciativas trajeron sus consecuencias y, por ende, la lejanía de esos números. Por un lado, la Caja de Jubilaciones de la Provincia mantuvo su déficit, al tener pocos aportantes y muchos beneficiarios –de ahí las polémicas reformas jubilatorias-, donde lejos del 82% móvil ahora alcanzaría cifras inferiores al 70%. Por el otro, la presión fiscal de 2006 a 2016 llegó a duplicarse, según los investigadores económicos del CIPPES.

Después del 2001, donde las imágenes represivas se volvieron constantes, el discurso delasotista cambió de eje y pasó al costado policial, presentándose como la provincia más segura de todas, lo cual otorgó un mayor presupuesto y flexibilización para el reforzamiento policial en las calles. El acuartelamiento policial y los saqueos ocurridos en la capital cordobesa, a principios de diciembre de 2013, fue la debacle de su modelo. Para peor, De la Sota se había dado cuenta que no había formado la nueva generación que manejara su provincia. De ahí que, luego de ese conflicto, renovó su gabinete y trajo a figuras juveniles y del interior, entre ellos, Martín Llaryora, quien se había enemistado con los jerarcas del PJ por llevar décadas sin habilitar elecciones internas. Un recelo que, a pesar de ser el actual intendente de la capital cordobesa, no parece haberse apaciguado.

Hoy, con De la Sota sin vida, Schiaretti se mantuvo recluido por el doble peligro que le implica el coronavirus. Sin embargo, vio el hervidero que terminó siendo el frente Hacemos Por Córdoba, incluso desde el interior del pejotismo, donde los tironeos entre “albertistas” y “no-albertistas” no lograrían llegar a un certero consenso. El oficialismo provincial quedaba expuesto como un territorio impredecible ante la aparición de distintos focos. Por esa razón, de repente, lo vemos al gobernador apareciendo con más frecuencia en televisión.

Sin el uso del barbijo para poder hablar, y recurriendo al didactismo del presidente durante sus exposiciones, el tres veces gobernador estaría impulsando una nueva faceta para el Cordobesismo: la de mostrar a Córdoba como la provincia que más obtuvo logros frente a la pandemia. Y que frente a la preocupante situación del pico de focos por la llega del periodo invernal, se muestra así mismo como un implacable, dispuesto a multar a quien no respete los principios básicos de ésta cuarentena, en lugar de salir a retroceder las flexibilizaciones de las mismas. En algo se tendrá que agarrar, no solo por las elecciones legislativas del próximo año, sino por las del gobernador de 2023, donde por primera vez, ni Schiaretti ni De la Sota se presentarán.

Entre concejales mancos y putas baratas

Si algo nos enseñó el asesinato de George Floyd, y el fracaso de las dos gestiones del presidente Barack Obama en Estados Unidos, es que el racismo no se reduce a una problemática moral, sino también material. La discriminación es una reacción desde una determinada referencia, que sostiene que ciertos cuerpos no pueden transitar en determinados espacios, donde se exige una distribución sobre quienes pueden tener exposición pública y quienes deben ser resguardados en lo privado.

De ahí que la definición de “negro de mierda” abarca desde aquel que viole la propiedad privada, a la hinchada rival que expresa su alegría en la tribuna o, simplemente, un morocho que camina por la calle: dejan de ser “mierda” si se mantienen encerrado en sus casas o, en su defecto, en la cárcel.

O como ocurrió con los actos de discriminación contra trabajadores de salud o personas infectadas con Covid-19 y sus familiares, donde se les exige no estar presentes en los barrios o viviendas. O al revés: que se mantengan en sus casas quienes no padecen la enfermedad, como ocurrió con los casos “laterales”.

Lo mismo pasa desde la cuestión de género, donde el hombre adquiere su exposición pública de fortaleza –como lo muestra la foto municipal de La Falda por el Día del Padre-, en contraposición a la mujer relegada a lo privado y de los quehaceres domésticos.

Y lo mismo con la publicación de la cuenta de Karina Lucero –sea “hackeada” o no- donde se asevera que toda persona con discapacidad móvil no debería cumplir funciones públicas en el poder legislativo.De ahí que ese sistema de referencia mantiene un criterio productivista, donde elige quiénes deben ejercer una determinada fuerza de trabajo.

De ahí el doble discurso del Concejo Deliberante de La Falda, donde su rechazo unánime –tanto del oficialismo provincial como de Cambiemos- a un adjetivo en una publicación de las redes sociales no compensa el hecho que los municipios –de nuevo: tanto del oficialismo provincial como de Cambiemos- otorguen fondos públicos a ciertos medios locales, cuyos voceros no tienen problema en descalificar con apreciaciones como “putas baratas” o calificar de “puto y delincuente” desde la “pinta”, sean desde sus propias redes o con el micrófono abierto. No vaya ser cosa que eso viole el pacto de silencio, que habilite el pleno funcionamiento patriarcal de una comunidad que tanto ayuda a los partidos tradicionales a mantener sus poderíos.

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