INFORMES ESPECIALES

10 de octubre: Día Mundial de la Salud Mental

Gentileza: El Resaltador

Lo más importante: la salud

Por Agustina Bortolón y Emilia Urouro para El Resaltador

En 1995 la Federación Mundial para la Salud Mental y la Organización Mundial de la Salud instituyeron este día con el propósito de contribuir a la toma de conciencia acerca de los problemas de salud mental y a erradicar los mitos y estigmas en torno a este tema.

Este 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental. Por esto, dialogamos con Martín Passini, integrante del Observatorio de Salud Mental y Derechos Humanos e integrante de la Mesa de Discapacidad y Derechos Humanos.

En primer lugar, consultado sobre si durante la pandemia aumentó o no la demanda de servicios de salud mental en Córdoba, Martín comentó que «venimos discutiendo desde el observatorio sobre estos discursos que hablan de una supuesta proliferación de trastornos mentales (entre comillas). Dicen que por la pandemia y las medidas sanitarias sobre todo del año pasado se ha visto afectada la salud mental de los sujetos, de jóvenes por no poder salir, niños por no ir a la escuela. Este discurso se ha ido adaptando a las distintas discusiones políticas, sobre la educación presencial en algún momento, las medidas de aislamiento, etc. Entonces lo que vemos por un lado es que muchos de los sectores que sostuvieron estos discursos son los mismos que siempre fueron refractarios o reticentes a considerar los determinantes sociales como partes de los procesos de salud mental«.

«Es decir, es obvio, y lo dice la Ley Nacional de Salud Mental, que la salud mental no es solamente un proceso, o un fenómeno solamente biológico u orgánico, sino también cultural, social, económico. y estos determinantes sociales que atraviesan las personas en determinado marco social o histórico, también determinan su salud mental. Por eso decimos que la atención a la salud mental debe ser transversal. No deben entenderse solamente desde la mirada médica sino desde una transversalidad, una mirada integral que también atienda estos determinantes en clave de acceso a derechos».

Sumado a esto, en torno a los discursos que afirman que la pandemia afectó la salud mental, Martín remarcó que «primero que no se han hecho estudios serios al respecto. Nosotros decimos que se deben hacer y el Estado debe garantizar. Estudios serios que no sólo digan la cantidad de consultas que se han sumado, sino también las consultas que no se han realizado. Que no es el único indicador que debe ser utilizado para medir las consecuencias reales de un determinado contexto sobre la salud mental de la población. Estos estudios son necesarios para políticas a implementar en este campo».

«Se han hecho estudios sobre percepción o autopercepción sobre el estado anímico de las personas. Por ejemplo a través de encuestas que indagan sobre cómo se han sentido en este contexto de pandemia . Y evidentemente todos nos sentimos de una manera… con incertidumbre, o distintas sensaciones. Pero esto no significa que estemos hablando de cuestiones patológicas. Entonces también es importante entender que  no necesariamente se tienen que codificar o no codificar las emociones humanas que implican angustias, tristezas o determinados tipos de sensaciones difíciles o dolorosas en términos de patologías que requieren una atención en términos de salud-enfermedad. Sino como parte de la vida también».

Martín, continuó afirmando que «por otro lado lo que parecen haber instalado estos discursos, es que el tiempo de la pandemia ha sido algo fuera de lo normal que afecta a la salud mental de la población. De hecho esos discursos empiezan a verse menos hoy en los medios de comunicación y en todo caso los discursos ligados a la salud mental parecen volver a los cauces clásicos. Discursos más positivistas sobre las personas usuarias de salud mental y de acusaciones hacia la Ley Nacional de Salud Mental porque supuestamente no permitiría a las personas usuarias ser tratadas convenientemente».

«Cuando en realidad sabemos que el problema es que la ley nacional no se aplica de manera adecuada y no se han desarrollado políticas públicas integrales para implementar la ley. Entonces han vuelto los discursos en contra de la Ley Nacional de Salud Mental. Por ejemplo a partir del caso de Chano. Y también empiezan a desaparecer, o verse menos, estos discursos que hablan de los efectos de la salud mental en la población porque ya no tienen el efecto político que tenían el año pasado o a principios de este año».

En el mismo sentido, agregó que «nosotros podemos pensar un pequeño ejemplo la situación del hábitat de Villa el Libertador, donde hace décadas los vecinos luchan porque se mejoren las condiciones de habitabilidad en el barrio con los pozos colapsados, las casas y las instituciones educativas hundidas. Entonces, si no pensamos que esas situaciones también afectan a la salud mental, y solo pensamos que en tiempos de pandemia afecta a la salud mental, es porque no estamos mirando otros sectores de la sociedad. Y solo estamos mirando sectores que tuvieron, o vienen teniendo, una situación más acomodada de mayores privilegios que solo se ven afectados en tiempos de pandemia. En realidad podríamos también relativizar si solo en situaciones de pandemia los sectores con mayores privilegios o en situaciones no tan críticas, solamente en pandemia se verían afectados».

Esto quiere decir que «no tiene que haber una pandemia para que podamos entender que hay determinantes sociales que afectan las condiciones de salud mental de las personas. Siempre afecta. Afecta la desocupación, la crisis económica, la desigualdad, la falta de acceso a derechos básicos (económicos, sociales culturales)».

¿Cuál es la mirada que el Observatorio tiene de esto?

Martín comentó que «desde el Observatorio miramos con más atención el sector privado de la salud mental, pero hacemos foco principalmente en el sector público. Donde vemos una vez más que en tiempos de pandemia se ha restringido la respuesta, y sobre todo la respuesta en términos de atención comunitaria y en los territorios. Y lo que ha quedado en un contexto aparte de retracción y recorte en recursos humanos como en equipos que trabajan en territorio. O recortes que se han dado en la no renovación de contratos y convenios con organizaciones sociales que trabajan en acciones en territorios. O la no renovación de cargos de trabajadoras y trabajadores que se jubilaban. Una realidad que se viene viendo hace mucho tiempo. Entonces, vemos que en vez de avanzar se ha visto un retroceso».

Para finalizar, remarcó que «los cambios de la virtualidad también, de alguna manera, ha traído dificultades para las personas que no tienen acceso a un dispositivo o conexión a internet, o teniendo, no tienen lugares en sus hogares de confianza. Pero con niños o niñas ha sido más difícil porque este tipo de consultas, o acompañamiento profesional requiere de determinadas condiciones. Sobre todo cuando es individual y no familiar. Son ejemplos de cómo la virtualidad ha afectado el abordaje sobre todo desde la psicología. Pero también porque se ha reducido solo a eso, porque la salud mental va mucho más allá de la consulta psicológica. Sino que implica otras prácticas que no se han podido llevar adelante.»

Sobre la movilización

La 8º Marcha por el derecho a la Salud Mental, se va a realizar el 29 de noviembre. La fecha elegida es porque en esos días es el aniversario de la promulgación de la Ley Nacional de Salud Mental.

Es imposible pensar en salud mental sin salud sexual

Por Lic. Noelia Benedetto MP 8136. Psicóloga y sexóloga con perspectiva de género. Terapeuta de vínculos sexo afectivos.

Es imposible pensar en salud mental sin salud sexual. Foto: https://blogcreap.imserso.es/

 La sexualidad no solamente es genitalidad y coito, es también una forma de comunicación y un dispositivo en sí mismo. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la vertiente reproductiva y recreativa, las fantasías y la orientación. Al ser la sexualidad constitutiva de la persona, la relación con la salud mental se vuelve inseparable.

Los tiempos que corren han generado cambios epidemiológicos, demográficos, políticos, sociales, culturales, tecnológicos,  medioambientales, que han impactado en las condiciones de la vida cotidiana y obviamente en la salud mental de las personas relacionados a las múltiples exigencias socioculturales y económicas.  Los padecimientos mentales aumentan progresivamente su prevalencia y están vinculados. a veces, con alteraciones en el desarrollo de una sexualidad saludable acarreando un menoscabo de la calidad de vida.

SEXUALIDAD Y PADECIMIENTO SUBJETIVO

La expresión erótica de la sexualidad es tan susceptible a los cambios en el estado general de las personas que cualquier padecimiento físico o mental puede provocar dificultades, y viceversa. Lo que impide a veces establecer ese vínculo son los pánicos morales socioculturales, tanto propios como de les profesionales que diagnostican/patologizan cada singularidad. 

El hecho de que la sexualidad también haya sido un aspecto ocultado por la moral occidental, nos lleva a tener que hacer frente a un doble tabú cuando hablamos de sexualidad y de padecimiento. A las personas con  padecimientos subjetivos se les atribuye una serie de características sesgadas, que les perjudican aún más en su vivencia sexual, tales como:

  • No tienen deseos eróticos. Bastante tienen con lidiar con sus malestares.
  • No son personas deseables eróticamente.
  • Se presupone un deseo heteroerótico. Al negarse su sexualidad, también se les niega su diversidad sexual.
  • Cuando alguien expresa un deseo homoerótico, se “justifica” por la falta de oportunidades con personas de otro género.
  • En el caso de personas trans y no binarias, muchas veces se asocia a “trastorno”, y por lo tanto su identidad sexual también se patologiza.
  • No necesitan educación sexual ni que su sexualidad sea atendida o cultivada. Además, los programas de atención sexual pueden despertar inquietudes que son perjudiciales para su salud.
  • No se necesita atender sus derechos sexuales reproductivos y no reproductivos; por tanto, se niegan.
  • Las socializadas mujeres tienen aún menos necesidades y deseos que los socializados varones.

Convivir con un diagnóstico de padecimiento mental no significa que dejemos de ser seres sexuales y deseantes; es importante que todas las personas empaticen y vean como una realidad el hecho de establecer víncuos sexo afectivos-si así lo desean-.

NECESIDAD DE ABORDAJES INTEGRALES

Por un lado, el abordaje de la salud mental de una persona con padecimiento subjetivo debe contemplar su salud sexual y aspectos de su sexualidad ampliada; así como el tratamiento de una persona con una o varias dificultades sexuales tiene que contemplar estrategias vinculadas a la salud mental interdisciplinaria. 

Existe un inmenso tabú en torno a la salud sexual y sexualidad de les usuaries de Salud Mental, generalmente les profesionales no tocan el tema; lo silencian para evitar deserciones en los tratamientos, lo dejan en segundo plano, bien por vergüenza o por falta de tiempo o incluso por las creencias personales (sexosofía). Siendo un eslabón importante en la evolución del usuarie, ya que parte de la idea de que puedan crear y sostener vínculos, no es solamente con otras personas, sino también con une misme a través del autoerotismo.

No hay que olvidar que el padecimiento subjetivo también impacta en la sexualidad, porque afecta al cuerpo, y esto no sólo repercute en la salud física, sino también en la percepción personal, la imagen corporal, que se relacionan directamente con la autoestima.

También es clave, en el caso de les profesionales de la medicina,  tener en cuenta al momento de diseñar un esquema farmacológico para une usuarie que muchos de los efectos secundarios de los psicofármacos están relacionados con el abandono del tratamiento debido a la aparición de dificultades sexuales. Es recomendable buscar como primera opción un tratamiento que no tenga efectos secundarios sobre las respuestas sexuales, para mejorar tanto la calidad de vida, como la adherencia. Es de suma relevancia establecer una comunicación exhaustiva con la persona y advertirle de los pros y los contras de cada tratamiento, para que sea parte activa en la elección del mismo.

Además, es necesario tener en cuenta el impacto que el estilo de vida presente tiene en la salud sexual y mental, sobre todo en relación al consumo problemático de sustancias, sedentarismo, alteraciones en el ciclo sueño vigilia, stress, enfermedades crónicas no transmisibles, etc.

SALUD MENTAL Y SEXUALIDAD EN LAS DIFERENTES ETAPAS DE LA VIDA

La sexualidad es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de toda su vida y siendo diferente su expresión según la etapa vital en la que esté manifestándose.

Durante la infancia es fundamental para el desarrollo de una sexualidad saludable y segura el rol de las personas referentes afectivas significativas. Éstas deben considerar un acompañamiento continuo con reforzamiento de imágenes positivas de la sexualidad. Esto generará, en les niñes y adolescentes; seguridad, independencia y confianza fortaleciendo su autoestima y seguridad. Estas herramientas les permitirán enfrentar de forma correcta los riesgos a la que están expuestos como las violencias en todas sus formas.

En la etapa de adultez, la salud mental puede afectar el grado de disfrute de su intimidad manifestándose a través de dificultades sexuales. Para elaborar estas situaciones es necesario gestionar la comunicación con les compañeres sexuales, el ciclo sueño vigilia, el estrés laboral, la carga mental, las crisis vitales, dado que todo esto influye en el desarrollo de la afectividad e intimidad. 

En la adultez mayor, es importante reconocer que la sexualidad permanece y nos acompaña hasta nuestro último día. No infantilizar o anular las posibilidades de placer y erotismo en esta franja etárea. Existen algunas estrategias que permiten un mayor disfrute como por ejemplo ampliar las formas de encuentro y ejercicio de su sexualidad compartida, salirse del coitocentrismo, desgenitalizando las relaciones e involucrando todos los sentidos, romper los guiones sexuales, desmontar las imposturas en un marco de respeto mutuo. 

PARA IR “ACABANDO”

Considero que los beneficios del desarrollo de una sexualidad saludable en el curso de las trayectorias vitales, permite a las personas elevar la calidad de vida actuando como un factor protector de la salud integral. Para disfrutar de una manera plena la sexualidad se puede considerar útil que cada persona se conozca, explore, respete, y se responsabilice por el autocuidado y el placer propio.

Nuestra sexualidad cambia constantemente a lo largo de nuestra vida, por lo que irá fluctuando en relación a cantidad, calidad, disponibilidad, etc., y esto no representa una alteración a nivel de tu salud mental. Diferenciemos, deseo sexual de atracción, ya que hay muchas maneras de tener una vida sexual mentalmente saludable que no implican tener sexo con otras personas, por ejemplo las personas cuya orientación sexual corresponde al espectro asexual pueden registrar deseo sexual pero no atracción hacia otres. No todas las trayectorias vitales son alosexuales, para esto es necesario tener presente la alonorma imperante, que se define como una norma social implícita que establece que todas las personas sienten atracción sexual hacia otras con determinada frecuencia y/o intensidad.

Invito a las y los profesionales del ámbito de la salud mental a llevar a cabo programas de atención a las sexualidades, desde el modelo de atención centrado en la persona y dirigido por tanto, a la consecución de mejoras en todos los ámbitos de la vida de la misma, partiendo desde el respeto pleno a su dignidad y derechos, a sus intereses y preferencias y contando con su participación activa y efectiva.

Por último, citando a Carlos de la Cruz agrego: “La diversidad es un hecho de ciencia y por tanto no habría que dar muchas más vueltas, únicamente actuar en consecuencia”, y lo anterior es válido para todo tipos de diversiades: sexo genéricas, mentales, funcionales y corporales. 

Gentileza: elresaltador.com.ar