Gentileza Fotos: Juan Mazzeo.
Se aguarda la sentencia inminente por el crimen de Paso Viejo. Tanto la querella como la Fiscalía pidieron la condena a «cadena perpetua» para los 5 policías acusados como autores y co-autores, agravados por la función pública que representan, por el crimen de gatillo fácil, «más de un centenar de disparos (…) contra un grupo de adolescentes que escuchaba música en la plaza de un pueblo, un sábado por la noche», acabaron con la vida de un menor de 15 años en el mes de octubre del año 2020.
La crónica del juicio por el crimen de Joaquín Paredes
Crónica realizada el 8 de agosto en el aire de Panorama a cargo del periodista, escritor e investigador Alexis Oliva, sobre el juicio que se tramita, por el crimen de Joaquín Paredes (15) ocurrido en Paso Viejo en octubre del año 2020, y que se desarrolla en los Tribunales de Cruz del Eje.
La crónica escrita del juicio por el crimen de Joaquín Paredes
Por María Eugenia Marengo para CDM Noticias.
Acompañan en este Juicio las siguientes organizaciones: Movimiento Plurinacional Disidente y Feminista de Capilla del Monte. Movimiento Campesino de Córdoba. Unión de Trabajo Popular. Radios Comunitarias. Mesa de la Memoria de Cruz del Eje. La Colectiva. Justicia por Joaquín. Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos de Córdoba. Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos de Traslasierra y familiares de otras víctimas de Gatillo Fácil (como Soledad Laciar).
Facebook: Justicia por Joaquín
Juicio por el crimen de Joaquín Paredes: la primera audiencia
Compartimos la síntesis elaborada en trabajo colaborativo entre las distintas organizaciones sociales, feministas y de derechos humanos de la región que acompañan a la familia de Joaquín.
El juicio se lleva a cabo en los Tribunales de la ciudad de Cruz del Eje.
Audiencia 1
Causa: Homicidio agravado por el uso de arma de fuego y en abuso de la función pública, abuso de arma, amenaza calificada.
Imputados: Mikael Mercedes López/ Iván Alexis Luna/ Enzo Alvarado/ Jorge Luis Gómez/ Ronald Fernández Aliendro/ Alberto Sosa Gallardo (subcomisario).
Tribunal: Ángel Francisco Andreu/ Ricardo Arístides Py/ Javier Rojo.
Fiscal de la instrucción de la Causa: Fabiana Pochettino.
Abogados defensores: De Ronald Fernández es Carlos María Cardeihac. De Maykel López: Ricardo Moreno y Yamila Moreno. De Enzo Alvarado, Jorge Gómez e Iván Luna es Pedro Despouy Santoro y Eduardo Aramburu.
Abogados querellantes: Claudio Orosz/ Ramiro Fresneda de la familia de Joaquín y por la madre de Brian -Paola Navarro- es Dr. García y Dra. Mónica Paz.
A las 9.30 hs, después de desperfectos técnicos solucionados en la Sala Espejo, se da inicio a la audiencia del día de la fecha, con la lectura de la causa.
Se toman los datos de cada uno de los seis imputados.
La fiscal toma la palabra y da lectura a las acusaciones, describiendo la situación en que ocurrieron los hechos aquel 25 de octubre de 2020. Los policías fueron apedreados por un grupo de jóvenes, los policías-sin mediar gravedad para usar las armas de fuego- comienzan a disparar hacia los jóvenes. Da el número de disparos que hizo cada uno de los cinco policías, de acuerdo al arma que tenían en aquella oportunidad.
La fiscal enumera los hechos de los que se acusa a los imputados-nombrando a los jóvenes amigos de Joaquín-que estaban escuchando música. Explica que llegaron los policías, quienes intimaron a los jóvenes a retirarse. Llegan móviles policiales al lugar donde estaban los jóvenes-encerrándolos- y los obligaron a correr. Los jóvenes discutieron con los policías por la ostentación de las armas.
Algún policía habría dicho: “váyanse o los quemo”. A continuación, hicieron disparos al aire que provocaron que los jóvenes huyeran asustados y otros les tiraron piedras. Pero ante esta respuesta, los policías empezaron a disparar contra los adolescentes con las armas reglamentarias. Uno de los disparos impactó en la espalda de Joaquín, provocándole la inmediata muerte. Otro disparo pegó en el brazo de otro joven.
Los policías abandonaron el lugar mostrando la desatención hacia quienes habían sido impactados por los disparos.
La fiscal también acusa al subcomisario Sosa Gallardo que amenazó a los jóvenes mediante una exhibición de arma de fuego con la que hizo ademan de usarla si los jóvenes no desalojaban el espacio público.
La fiscal habla de tres momentos en el hecho:
Un vecino da a conocer a la policía el alto volumen de la música de los jóvenes.
El comisario se acerca a los jóvenes y en actitud violenta- amenazando con una escopeta- les exige que se vayan, ante esta situación, se generan intercambio de palabras.
El tercer momento es cuando varios móviles de la policía de Paso Viejo y Villa de Soto se aproximan al lugar y «acorralan» a los chicos, quienes asustados empiezan a correr hacia el único lugar que les queda, que es un descampado o sitio baldío.
La fiscal sostiene que estuvo premeditado, ya que en el grupo de WhatsApp de la policía se habían propuesto salir a «cazar saros», que significa “los sospechosos, los negros”, con marcada discriminación.
El abogado querellante -Claudio Orosz- dijo que este juicio “no es en contra de la institución policial”, sino contra los “malos policías”.
Uno de los abogados de la defensa plantea el hecho de esta forma: se habla de “supuesta violencia institucional”, “con encerrona de jóvenes”, explica que “estos jóvenes, que se presentan como angelitos, incumplían la orden de restricción por el Covid que había”.
“No hubo operativo para matar a nadie”.
Habla de que los policías “hicieron disparos al aire para disuadir” y mitigar el ataque de los adolescentes. Dice que hay inocencia y ausencia de responsabilidad penal de los policías.
Otro defensor argumenta que la secretaria de DDHH de la Nación no pudo intervenir en esta causa, porque no “hubo vulneración de derechos humanos sino respeto de la función que cada agente tiene de su trabajo”.
El tercer abogado -defensor del asesino de Joaquín-habla del principio de inocencia que posee su defendido -López-y pide el principio de objetividad y valoración de la prueba.
El abogado del subcomisario Sosa Gallardo dice que su defendido ni siquiera estuvo presente en este hecho, por lo que no puede ser acusado de “amenazas” como se lo implica.
El abogado de Fernández Aliendro sostiene que su defendido hizo todo lo posible para disuadir a estos jóvenes de que despejaran el lugar, pero estos chicos les tiraron con piedras. No hay pruebas de que su defendido haya disparado balas contra los adolescentes.
Luego de todas estas intervenciones de la fiscalía, la querella y la defensa, el primer testimonio lo da Alvarado describiendo que fueron llamados por un vecino, que acusó a los jóvenes de fastidiar con ruidos molestos. Por ese motivo va a la plaza central del pueblo y los halla cerca del dispensario. Como conocía a los chicos se pone a hablar con ellos, les pide que se fueran del lugar.
Le aseguraron que se irían y confió en su palabra. Notifica a sus superiores, pero reciben la comunicación que “los jóvenes seguían causando disturbio en el lugar, sin retirarse”.
En la segunda vez que se hace presente ya cuenta mas de veinte jóvenes. Vuelven a hablar para que se retiren -de buenas maneras-y los jóvenes responden con piedras. Ahí resguarda su vida detrás de un móvil.
El segundo testimonio lo da Iván Luna de Villa del Soto. Es llamado por el oficial sargento Gómez que le pide que hay que ir a colaborar a Paso Viejo.
Luna dice que al llegar al lugar ve que los chicos tiraban piedras y no lograba que se detuvieran, entonces realiza tres tiros al aire para asustarlos y así llamar su atención, también dice que se escuchaban tiros por otros lugares.
Luna también dice que para resguardar su integridad física se coloca detrás del móvil, ya que parecía una guerra y temía por su vida.
Según él, los jóvenes no se dispersaban y sin decir palabras seguían arrojando piedras. Sus compañeros realizan disparos al aire para intentar desalojar el lugar.
Luna dice también que él llamó al hospital para ver si había alguna novedad, entonces la fiscal le interpela porque haría eso si él estaba en el lugar y responde que lo hace ya que había escuchado que de lejos gritaron que había alguien herido y en el hospital le confirman que Joaquín había sido alcanzado por una bala y que había muerto en el momento del impacto y otro joven estaba herido en un brazo.
Juicio por el crimen de Joaquín Paredes: 2da y 3ra audiencia
Audiencia 2
La audiencia del martes 25 de julio comienza a las 9.15hs.
A raíz de un comentario agraviante que oyó sobre su persona uno de los abogados defensores en la sala espejo. Por ese motivo uno de los jueces-Ricardo Py- se apersona a la sala espejo y advierte que no se hagan comentarios malintencionados, sino serán expulsados de la sala.
El primer imputado que va a dar su testimonio es Fernández Aliendro. Comienza diciendo que a él le avisa el comisario Martínez para cubrir una guardia en Paso Viejo. Se hace presente y comienzan el recorrido del pueblo junto con otros agentes a las 15 y 40 y luego se van hasta Tuclame con Alvarado y López. Vuelven a las 18 horas. Como a las 2 de la mañana, los llaman para que vaya a buscar a López, porque junto a la iglesia se encontraba un grupo de chicos a los que van a advertirles que no se pueden reunir por el tema del COVID. Aparentemente obedecen los chicos y se va a Tuclame con Sosa y López. Pero deben volver a Paso Viejo porque el cabo Rivadero les dice que seguían estando los chicos y que necesitaban refuerzos. López desciende del móvil y ahí dice, “córtenla”. Ve movimientos y ve que rompen el vidrio del costado de la camioneta y les tiran piedras. Tuvo mucho miedo de que le pegaran. y se iban tirando piedras. Escucha las 102 detonaciones. Suben al móvil López y Alvarado. En ningún momento les pidieron ayuda.
A continuación, la declaración es de José Luis Gómez.
Dice Gómez que el inspector Romera le mandó un mensaje para ir a Paso Viejo. No conocía Paso Viejo. Entra por la calle principal hasta la comisaría. pasaba gente. Dice que ve gente que pasaba con botellas en la mano. López estaba en el móvil y les dice que lo sigan hasta el dispensario. Estacionan y se baja Alvarado del otro móvil. Había reunidos, aproximadamente, unas 25 personas. Pregunta si se puede entrar y le contestan que sí, porque es un lugar público. Prende la linterna porque era un lugar muy oscuro, les dice que no se pueden estar reunidos en pandemia. No bajan la música, “la música es ahí alta”. Vienen dos personas a hablar con él y dice que son mayores por la apariencia. Uno le agarra del brazo y el otro le quiere pegar un botellazo. Y uno de ellos le dice “que él mandaba aquí”. Él se retira y les empiezan a tirar unas piedras, da vuelta a la cuadra, y ve a unos chicos que rompían baldosas, piedras, para tirar al móvil. Ve a Alvarado que venía corriendo y él grita también “levantemos, levantemos”. Da una vuelta en U y marchan a la comisaría.
Luna, Fernández y López tenían golpes en la cabeza y en los brazos, los móviles dicen que estaban destruidos. Cuando intenta entrar la subcomisaria, le dicen que viene gente corriendo, tirando piedra. No pudo entrar y se fueron con los móviles. Sabe que había una vecina, tratando de separar, de que “no nos tiraran más piedras” Ahí nos enteramos que había un muerto. Llega el subcomisario Sosa Gallardo, ellos bajan. Se escuchan tres detonaciones con escopeta y dice que ellos ven que tomaron la comisaría, se avisan de destrozos ahí adentro de la comisaría. Ahí fue cuando les ordenan-cree que el comisario Sosa Gallardo- que hagan disparos disuasivos al aire. El dispara un tiro hacia el suelo a 45 grados con su pistola reglamentaria.
Los móviles se van a la ruta, “nos juntamos en la ruta y ahí es cuando ven una ambulancia que salía en dirección a Soto, que iba con dos personas heridas”.
La fiscal le pregunta cuántas balas tiene su pistola, con los cargadores, él contesta 23. Orosz le pregunta qué superiores llegan, dice: “el comisario inspector Romera, el comisario inspector Corzo, el jefe departamental, de quien no recuerda el nombre y el comisario inspector Vargas. Ahí López contesta que nosotros hicimos disparos en la zona del dispensario con Luna. Eso contesta López al requerimiento de los superiores, Le preguntan si no había escuchado pedidos de auxilio, él dice que no.
Le piden que haga un croquis de cómo estaban situados los móviles. Dice que las detonaciones que escuchó fueron de armas de mano y en la comisaría tres o cuatro disparos de escopeta. Orosz pregunta si sabe dónde cayó Paredes y él le contesta que no.
Se pasa a cuarto intermedio. Orosz pide que Sosa no se le acerque a la madre de Joaquín porque le dio las condolencias y se puso mal.
El tercer testimonio es la declaración de Sosa Gallardo, el subcomisario, que va a declarar, pero no va a responder preguntas.
Dice que regresaba de trabajar en Serrezuela, que había estado aislado por contacto estrecho, pero que había solicitado volver. Le habían hecho un test rápido en Cruz del Eje y de esa forma había podido volver a trabajar antes del tiempo que le habían dado. Dice que López lo busca en el bañado y voy a Paso Viejo. Estaba Fernández y salieron en el móvil. Fernández manejaba, Sosa de acompañante y López atrás. Ven un grupo de jóvenes y sin bajarse, les dice que se tienen que retirar porque no podían estar reunidos. Les obedecen y se retiran. Ven a otro grupo que no se quiere retirar y los insultaba. Fernández se baja con la escopeta, que no está cargada y la toma en la mano él. Los seguían agrediendo verbalmente las personas que estaban ahí. Se sube al móvil y después de ahí se van a Tuclame. También se traslada a Serrezuela. Cuando vuelve a Soto, pasa por Paso Viejo y ve a los compañeros refugiados que estaban con los móviles, cerca de unos eucaliptos, y que estaban recibiendo pedradas. Va a la subcomisaría y ve todo roto. Lo llama Soria de Soto y le dice que había un herido que había ingresado al hospital y había fallecido.
Procede a informar a sus superiores de toda la situación. Se secuestran los móviles que habían sido rotos. Habla de un móvil que había sido quemado, que fue apagado ahí por un vecino y otro policía. Había empezado a quemarse un asiento, cree.
Se secuestran los móviles y las armas del personal y las armas suyas y de Barrera, que había sido el choffer con el que había ido ahí a Paso Viejo.
Se ponen a disposición de criminalística. Hace entrega del procedimiento a la doctora García en Cruz del Eje. Le informan del Tribunal de Conducta Policial que estaban en pasiva, “que todos los que habían participado del procedimiento ese, estaban en pasiva”.
La siguiente testigo es una enfermera auxiliar-Natalia Villagra- quien dice no conocer a los imputados y que conoció a algunos de los jóvenes esa noche porque estaba de guardia.
Dijo que se asomó, porque estaba en la cocina en un primer momento. Que escuchó tiros y gritos. Vio luego que había entrado la ambulancia pública.
Vio desde la ventana las discusiones y después del primer disparo se esconde en el baño. Sabía que los coches dispararon hasta que pudieron cargarlo a Joaquín en la ambulancia. Los policías que se presentan pasan 15 minutos hasta llegar. Llegaron dos módulos policiales. Los policías que descendieron de los móviles eran cinco.
Fue todo muy rápido.
Corresponde declarar al imputado Maikel López, pero no lo hará.
La siguiente testigo es la madre de Joaquín: Nelia Soledad Paredes. Ella estaba viviendo en Córdoba. Al principio estaba también con Joaquín, pero quiso volverse a Paso Viejo y se fue a vivir con los abuelos maternos.
Recuerda que cerca de las cuatro o cinco de la mañana, le avisan de que le habían pegado a Joaquín y a los cinco minutos vuelven a llamar para decirle que lamentablemente había fallecido. Que le habían pegado un tiro y que no sabían quién era, que era la policía, pero no sabían quién era el que le había pegado el tiro.
Ella se descompone. Después le vuelven a decir que tenía que viajar a Cruz del Eje, porque lo habían llevado a la morgue de Cruz del Eje. Ahí le hacen la autopsia, y lo llevan después a Villa de Soto, a una sala velatoria. Lo enterraron al otro día. Lo que a ella le contaron es que Joaquín estaba en casa de un amigo, que estaban tomando una cerveza y deciden ir al cumpleaños de un amigo de ellos. Cerca del dispensario, dice que ven a la policía, “que los insultaban”, porque estaban ahí muchos reunidos, tomando vino. Los insultan y sacan las armas. Que hacen unos tiros al aire, después empiezan a dispararle a ellos. Joaquín se asusta, y corre. Recibe un tiro por la espalda. Cuenta que el padre encontró perdigones en un árbol de eucalipto, incrustados en el tronco. Que nunca fue citada por la fiscalía o la policía.
El próximo testigo es Brian, el chico que fue herido en un brazo, a quien le cuesta mucho expresarse y contestar la requisitoria de los abogados y la fiscal. Brian comenta que con Joaquín habían estado en la pieza, tomando cerveza, en la casa de él, también con Rolando Ángel Bustos y Maciel Heredia.
Le muestran un plano de Paso Viejo, donde en cierta forma realiza una reconstrucción de dónde salieron, hasta dónde llegaron, donde matan a Joaquín. Le preguntan quién había hecho los disparos, dice “Ronald hizo los primeros disparos, primero al aire, y después el resto se lo hizo a ellos.
El próximo testigo es Carlos Ángel Hernández, comisario inspector, licenciado en seguridad, quien no conoce a los imputados ni a las víctimas. Está a cargo de guardia infantería. Docente de defensa personal policial en la Escuela de Cadetes. Le preguntan según su experiencia que describa protocolos, tipos de procedimientos, armas.
La fiscal Pochetino le plantea el escenario del hecho para preguntar cómo debería actuar un oficial de la policía. Dijo que debería buscarse un referente para dialogar, alguien de la multitud. Si no se puede hablar por alguna situación hostil o de agresión, -con piedras y palos- hay que buscar retirarse del lugar sin abandonar de todas las inmediaciones, quedarse cerca a controlar.
«No se debe usar el arma de fuego si hay espacio para replegar». «Nunca abandonar el lugar». Su testimonio fue extenso, con muchos tecnicismos, pero básicamente hubo claridad en que el protocolo no es disparar contra adolescentes.
Testigo Ángel Rolando Roque Bustos: quien cuenta que esa noche pusieron plata entre todos y compraron bebidas y se pusieron a escuchar música con sus amigos.
A este testigo le dieron la posibilidad de que quede su testimonio anterior. La fiscal pide que le tengan mucha paciencia a los chicos, que se armen de mucha paciencia, de mucho respeto, que entiendan su contexto, su cultura, que ellos viven en Paso Viejo. Cuando dice eso la fiscal, uno de los defensores dice que “porque vivan en Paso Viejo, no significa que sean angelitos”.
Larga jornada la de hoy, con testigos y testimonios extensos que finalizaron a la hora 17.45.
La audiencia del martes 25 de julio comienza a las 9.15.
Audiencia 3
El primer testimonio de la jornada del miércoles 26 de julio lo da Jorge Navarro, amigo de Joaquín, presente en la plaza cuando son amenazados por Sosa Gallardo. Estuvo en la zona de los disparos donde matan a Joaquín y en la comisaría cuando son recibidos nuevamente con disparos. Navarro conoce a los imputados y se nombra “amigazo de Joaquín”.
Esa noche estaban en la plaza con sus amigos: Caña, Piojo, Toti y Mauro, tomando frente a la iglesia, cuando les piden que se vayan. Se retiran hacia el dispensario y ponen a cargar un parlante chico. Al momento de contar qué pasó en el dispensario, se muestra consternado. Cuenta que llega cuero “Iván Luna”, Ronald y López. Ronald sacó la escopeta, hizo tiros, pero no pegó a nadie. Dejó la escopeta en el móvil y comenzó a disparar con el arma y ahí le pega a su hermano. Todos corren para esconderse, luego ven a Joaquín muerto, piden ayuda, van al dispensario y nadie los atiende. “Tuvimos que romper, fuimos a la comisaria y rompimos de la bronca que teníamos”. No prendieron fuego. Desde la ruta los agentes les respondían con bala.
La fiscal pregunta sobre el primer momento en la plaza, cuando los corren, comenta que llega la policía en una Amarok. Reconoce que se baja Sosa Gallardo, Ronald y el que mató a Joaquín.
Marca en el croquis de Paso Viejo todas las ubicaciones: “éramos 15, veo llegar un sólo móvil, se estaciona enfrente de la radio la camioneta, bajan 4 y dicen algo, discuten y se alocaron los policías, baja con su escopeta en actitud que intimida”. Ahí interviene el abogado defensor Videla, en tono imponente sobre la indicación que hace con el arma.
Hacen retirar al testigo de la sala. El abogado querellante-Orosz-solicita que deje de hostigar al testigo. Videla redobla su actitud afirmando “que los testigos se hacen las víctimas”.
Entra el testigo y se solicita que los imputados se retiren de la sala de audiencia, para dar mayor calma.
Navarro retoma su palabra, confirma que se bajan y que las balas de goma iban hacia los móviles y las balas de plomo a matar, contra ellos.
Explica que los demás policías se bajan sacando sus armas de puño, a una distancia muy corta. Cuando comienzan los disparos él corre hacia la tapia de una casa vecina. Con respecto a cuántos disparos fueron, explica “varios”. Nadie salía del dispensario, queríamos que nos ayuden. Corrimos desesperados hacia la comisaria, pasamos por el alambrado.
Illia -el defensor de menores- pregunta desde donde cae Joaquín, a qué distancia estaba: responde “adelante cae su amigo”.
Con respecto a las piedras confirma que era escombro que había cerca y las tiraban contra la policía que estaban disparando plomo. Le piden ayuda a la policía, pero ellos arrancan los móviles y se van todos. Dice que estaba oscuro en la noche.
En un segundo momento en la comisaria: cruzan la plaza y “cuando llegamos a pedir ayuda, la policía desde la ruta los recibe con más disparos”. “Rompemos de bronca porque no nos ayudaron y nos mataron a mi amigo”. “No avancé porque había muchos disparos y nos cubríamos con los árboles”. Comenta que en ese momento rosa un disparo, siente una quemazón en su pie. Luego se desmayó y se despertó en el hospital de Soto.
La defensa pregunta: ¿por qué rompen el dispensario? Navarro responde: para pedir ayuda, habían golpeado y no los atendían y su amigo se estaba muriendo. Si hubieran tenido ayuda, “no rompíamos nada”.
Recuerda los nombres de los policías: Ronald, Iván, Enzo y Sosa Gallardo.
Aclara que en el dispensario le disparan una bala en un pie y en el otro pie se corta con un vidrio.
García pregunta ¿Qué tomaban? Responde: vino en caja, no había botellas cerca. En el dispensario el primero que dispara es Sosa Gallardo, que tenía conflicto con uno de sus amigos. Confirma eso.
Illia pregunta sobre el disparo a su hermano: confirma que Ronald Fernández Aliendro dispara desde cerca.
Navarro explica “tengo que salir adelante para que se haga justicia por Joaquín. Nos ayudan los psicólogos. Sigo viviendo en Paso Viejo”. Al finalizar su testimonio y ante una pregunta responde: “Todos disparan al cuerpo”.
El segundo testimonio lo da Gianella Torres, a partir del mediodía. Dice que conoce a Enzo Alvarado, porque es su cuñado, es amiga de Ronald, también a Iván Luna porque salió con su tía. Conoce a Joaquín y Brian es su primo.
Recuerda que esa noche no estuvo durante la madrugada. Si estuvo temprano en la plaza, cuando ve llegar el móvil policial. Se acercan a los chicos diciéndoles que no pueden estar. Los policías se acercan al grupo de Joaquín a los que no tratan mal. Se van los móviles y los chicos empiezan a insultarlos. Ella le llama la atención a su hermano. Luego va a casa de sus tíos y luego a dormir. La despiertan los disparos ya que vive a dos cuadras del dispensario. Sale al frente de su casa, un chico grita que mataron a uno. Se quedó despierta y al otro día sale al pueblo para ver el lugar, escuchan que culpaban a la policía.
Dice que “sintió que algo iba a pasar”. Le pregunta la fiscal sobre esto y responde que es porque conoce a su hermano y a los chicos que insultan. Agrega que ve bajar a uno-ella estaba a menos de media cuadra y había luz. Les piden que bajen la música y que se retiren, cuando bajan la música, recuerda que ese policía que baja del móvil, era con algo largo y negro, que puede ser una escopeta. Escucho disparos cerca y más lejos. A las 6 va al lugar y a lo de su tío y ve a policías alzando cosas del suelo y marcando la escena. Pasando por la calle, del lado de la radio, en la segunda casa de la esquina encuentra un cartucho. Lo lleva a su casa y lo pasó a buscar un policía. Había vainas en el piso, cerca de la radio, otro cerca de un árbol, cerca del dispensario.
Leen su declaración, ya que había dicho originalmente que levanta un cargador, no un cartucho. Confirma que levantó un cargador con 3 ó 4 balas, su hermana lo guarda en su cajón.
En la declaración había dicho que vio a un grupo de chicos y uno se cayó. Confirma eso y agrega que pasó una mujer que dijo que “el gringo le mató su hijo”. Reconoce a la mujer como Paola Navarro.
Indica en el mapa donde cae la persona cerca de la tienda más cercana a su cuadra.
Le preguntan sobre los móviles a las 6 de la mañana, si había piedras: reconoce mitades de ladrillos y piedras en el medio donde sucedió, también ve botellas.
Le preguntan cuándo se enteró sobre la muerte de Joaquín, responde “Al otro día”. Le vuelven a leer lo que dijo inicialmente: que Débora Villada le dice que mataron a Joaquín. Intenta explicar que a eso se lo dijeron.
Reconoce que de tanto extrañar a Enzo, cuando lo liberaron fue a verlo. Se siente entre la espada y la pared.
Ante la pregunta del defensor Videla: ¿los chicos son violentos? Responde: quilomberos. Ante la pregunta de cuánto conoce al grupo de amigos: sólo algunos menores, se echaron a perder con alcohol y drogas, porque son viciosos. Le preguntan sobre los consumos: dice que consumen bolsas con algo blanco, bolsas negras con yuyitos, Poxiran, gotita. Como entre las personas estaba su hermano, le preguntan qué le contó. Responde que no le contaba nada, sabe que su hermano sabe todo, pero no quiere hablar. Sabe que golpearon la puerta del dispensario para que los atendieran y después rompen. Le preguntan cómo era Joaquín: jamás escuchó que fuese de pelear ni andar robando, se drogaba, era bueno, con su sonrisa. Antes de que esto pasara, vio cómo le pegó a su abuelo una piña y lo tiró, estaba drogado. Vino su tía y lo llevo de la oreja.
Luego del cuarto intermedio, antes de citar al tercer testigo el abogado querellante -Orosz- pide que por los dichos de Gianella Torres (Joaquín estando drogado golpea a su abuelo) citar al abuelo -Esteban Paredes- y la tía de Joaquín -Maribel Paredes- para hacer un careo, quienes son citados para declarar mañana jueves 27.
Comienza el tercer testimonio de Marcos Heredia a las 15 hs. Conoce a casi todos los imputados, conoce a Joaquín como amigo íntimo de sus hijos. Pide justicia para que Joaquín descanse en paz y sus amigos dejen de ser perseguidos
Comenta que ese día estaba durmiendo, su mujer lo despierta porque sentía muchos tiros. Sale a buscar a sus hijos en bicicleta y se encuentra a dos móviles. Llega al dispensario los chicos gritaban “que salgan a atender a Joaquín”. Maciel le dice que le habían dado un tiro a su amigo, tira su bici y se acerca a donde estaba tirado, lo ve, le busca heridas no encuentra al frente en su pecho. Escucha que da su último respiro.
Parecía una flor el hueco que tenía Brian en el brazo, lloraba. Se va a buscar a su hijo. Encuentra a Maciel y lo lleva a lo de su madre, que vive cerca.
En la plaza encuentra a su hijo escondido atrás de un algarrobo de la plaza. Cruza los móviles en la esquina Luis nieto y Fernando Crespo. La ambulancia tarda más de 20 minutos en llegar. Los gritos que escucha son de pedido de ayuda.
Escucho muchos disparos que venían desde la ruta.
Sus hijos le comentaron que a la plaza llegaron 3 policías, se baja Ronald con la escopeta apuntándolos y tratándolos bien. Luego ellos se van al cumpleaños a donde llega Joaquín y otro hijo. Llegan los policías disparan varios tiros. Se quiebra detallando como corre su hijo junto a Joaquín quien dice “ay”.
Comenta que el trato de los policías “siempre actúan con prepo, maltratando a los chicos”. Comenta que el único lugar donde había wifi es al lado de la comisaria, “pero los agentes siempre los patotean y los corren”. Sabe que pidieron ayuda, pero la policía se fue. Vio a sus hijos muy mal, llorando a los gritos, “estaban sorprendidos y asustados”. Su hijo pierde el celular, “llevo a mis hijos a mi casa -aunque no querían irse- y vuelvo a buscar el teléfono de Leonel”. “En el dispensario no había piedras, ni botellas, si quedó una crocs de Joaquín”. Se fue de Paso Viejo, porque la policía persigue a los chicos, siempre los molestan a cualquier hora, maltratándolos (se quiebra): “abandoné mi casa, mis padres, mis amigos. Vuelvo de vez en cuando, porque tengo miedo y recuerdo”.
Cuenta que hace dos meses que a Maciel lo para un patrullero. Venía de entrenar. Lo pusieron contra la camioneta, le revisaron todo. Le preguntan de dónde es y cuando responde que es de Paso Viejo le dicen: “¡Ah, ustedes son los machitos de Paso Viejo!”. Ya no quiere ir más al pueblo, dice con la voz quebrada. Siempre los molestan.
Sus hijos iban a hacer las tareas de la escuela usando el wifi frente de la comisaria, pero los corrían.
Después de la muerte de Joaquín, todos culpan a los chicos. Al día de hoy la policía los persigue, no pueden ir a estrenar, ir a la escuela, no pueden ir a la plaza, no pueden visitar a sus abuelos. Orosz aclara que los gestos surgen de los diversos allanamientos sin sentido más lo relatado en los últimos días, y pide que se investiguen los hechos de violencia institucional que claramente están sucediendo. Le preguntan a Heredia si ha denunciado estos hechos de persecución. “No, porque tapan todos. Me van a terminar metiendo preso a mí. Realicé denuncia en fiscalía”.
La querella solicita que se redacte un acta con lo que declaró el testigo y se remita a la Fiscalía para que estos hechos –la persecución y allanamientos- se investiguen, porque son los correlatos de lo que nosotros conocemos internacionalmente como violencia institucional y considera que esto es una consecuencia directa de lo que sucedió en el año 2020.
La defensa plantea que no es pertinente para este proceso penal.
El juez Py plantea que hay lugar al pedido de la querella. Ésta plantea la presentación en Casación y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
A las cuatro y media, se pasa a un cuarto intermedio.
Se retoma la audiencia, el tribunal hizo lugar al pedido de la prueba nueva por parte del defensor Sánchez, acerca de actuaciones labradas ante los destrozos, y se hace lugar al pedido de Orosz para remitir a la fiscalía una investigación sobre los allanamientos realizados planteados por el testigo.
Continúa el testigo Maciel Marcos Heredia. Tiene 17 años. Dice conocer a los policías imputados, se define enemigo de ellos.
Conoce a Joaquín era muy amigo, de Brian también. La querella le pregunta si se siente incómodo con la presencia de los policías. Les dice que sí, se pide que se retiren.
Cuenta que estaba en la casa de la madre de un amigo, desde las 2 de la mañana. Luego se fueron hasta el dispensario, 10 minutos después llega la policía haciéndose los malos. “Nosotros les dijimos que no bajen con la escopeta, que había menores”. Hacen un tiro y corren junto con Joaquín y Angel Villada. “Hacen 2 tiros más y pensé que le había dado un calambre porque cae, lo di vuelta y no podía respirar. Fui al dispensario a que nos ayuden, no nos atendieron, luego fuimos a la comisaria, pero no estaban, queríamos pedir ayuda y nos tiraban tiros de nuevo”.
“Varios fuimos a pedir ayuda, pero nos tiraban tiros”, “rompimos cosas, el vidrio del auto”. “ Luego, mi papá me llevo a mi casa, no me dejaba que me llegue a la comisaria, fui al dispensario y vi a Joaquín todavía tirado, voy a lo de mi abuela”.
Ante una pregunta de la fiscal Maciel dice “Estábamos escuchando música- muestra por donde llegan tres patrulleros, dos chatas y un auto-. Estacionaron con las luces prendidas, se bajaron tres, uno (refiriéndose a Luna) se baja jetoneando, otro con escopeta cargándola, les reclamamos e hicieron el primer tiro”. Dijeron “Váyanse, sino va haber fuego”, “el de la escopeta tiró un tiro y corrimos con dirección al sendero, luego dos tiros más, cuando iba cayéndose Joaquín que iba al medio”.
“Les dijimos que no estábamos haciendo nada malo, pero dijeron que, si no nos íbamos, habría fuego”.
Escuchó tres disparos separados. “Joaquín cae adelante mío, lo veo, lo hablo y no reaccionaba y fui al dispensario a pedir ayuda”. “Fui solo a la comisaria porque me quede un rato con Joaquín, cuando llegué había más chicos, yo me quede en la plaza al costado del kiosco, me escondí al costado de los árboles, sentí las balas que pegaban en el techo del kiosco”.
Le preguntan si posterior a este hecho se ha sentido presionado por personal policial. Responde que se fue a vivir a Soto porque la policía no los dejaba en paz, “nos molestaban, nos frenaban, nos corrían de la plaza y de otros lados”.
En Soto también, frente a la escuela fiscal lo pararon dos comisarios, le golpearon los pies, le revisaron la mochila, le preguntan de dónde es, al responder le dicen “que por eso me hago el machito”. “A mi casa también llegan y me piden los datos”.
Se quiebra al describir sobre Joaquín, porque le hablaba, le decía “Cabu, Cabu, qué te pasa”. No puede seguir declarando. Entra su padre lo abraza, refiere que esto logran los policías, el juez le pide que haga silencio.
Retoma después de 10 minutos. Explica la respuesta pendiente y se acaba el testimonio.
El último testimonio corresponde a Guillermo Oscar Echeverría de 45 años, policía, comisario inspector. Declara que no conoce a los imputados, ni a las presuntas víctimas.
Dice que lo citaron para explicar aspectos del proceder policial.
La fiscal le pregunta por sus funciones. En el año 2020 era Jefe de la división de defensa personal. “Se trata de cuestiones de procedimientos donde se deba emplear la fuerza física. Es instructor, instruye a los policías. “Trasmitíamos los parámetros de defensa personal a instructores que luego capacitan a la policía en general”.
La fiscal le pregunta por el armamento y el calibre. Le dice que siempre es 9 mm de marca versa, entre otras. Son semi automáticas. Explica las diferencias entre automático y semi: en el semi hay que presionar para cada disparo y que el tiempo de capacitación de los agentes es de 9 meses.
Responde a preguntas sobre tipos de armas, qué armas para disturbios se usan, qué órdenes se deben obedecer de los superiores. Le preguntan si a los agentes los capacitan sobre situaciones de estrés: “se presentan, pero no sabe si son suficientes como capacitación”.
La fiscal pregunta si cuál es la cantidad de cartuchos que les proveen. El testigo dice que para dos cargadores o menos, “en el óptimo de los casos le pueden haber provisto a un egresado 34 cartuchos. Depende también de otros estamentos”.
Le pregunta por el protocolo del uso de la fuerza. Explica que en la provincia de Córdoba se puso en funcionamiento el 2 de noviembre de 2020. Antes se tomaba el código penal y la referencia internacional para el uso de la fuerza.
La fiscal le pregunta si existe el principio de subordinación en la policía. Dice que sí y explica que se trata de mandos y jerarquías, ya que la policía es una institución vertical.
Ante la pregunta si pueden no hacer caso a una orden. El testigo dice que sí, ya que no existe lo que es la obediencia debida. “El subalterno puede incluso hasta llegar a cuestionar una orden”.
El testigo dice que ante el delito hay que proceder, la urgencia lo va a dar la propia capacidad de respuesta del policía: “Siempre que tengamos los medios se informa lo que está aconteciendo, cuando hay una situación que creo que me puede superar. Se informa al operador por radio para que a su vez él lo canalice. O lo puede hacer directamente el policía que está necesitando colaboración”.
Hace 16 años que capacita. Antes del protocolo, la capacitación era de nueve meses.
La fiscal le pregunta si en ese tiempo se les explicaba la serie de riesgos y se le toma examen. Dice que sí y luego para ascender en la escuela de suboficiales hay que rendir. En el interior están los anexos.
Ante la intervención de la querella representada por el abogado Claudio Orosz, dice que con el especialista que declaró en el día de ayer -Carlos Hernández- se conocen y capacitan juntos.
Le pregunta por los medios para disuadir cuando hay destrozos o disturbios. El testigo responde que hay que definir ese contexto, de cantidad de personas, por ejemplo. Partimos de la mera presencia policial, a veces, con eso es suficiente. Otras no alcanzan, y se requiere verbalizar, buscar a alguien que sea como el cabecilla de los destrozos y hacer que entre razón. Si eso no funciona, eso es un delito, y puede ser agresivo, se pasa a una instancia de control físico.
Ante la pregunta de si está preparada la policía para este tipo de situaciones, responde que hay muchas personas promoviendo destrozos, actúa la infantería, el cuerpo que específicamente se prepara para trabajar con multitudes.
Le pregunta si el disparo al aire es una medida que recomiendan, dice que no por los riesgos que acarrea. Como regla general no debiera hacerse un disparo al aire, haciendo referencia a los disparos de armas letales.
Entre otras cosas, le pregunta por el uso del arma de fuego: ¿Es el último recurso? El testigo afirma.
El abogado García pregunta si los preparan para trabajar en situaciones bajo estrés. Dice que sí, que siempre está la percepción del agente que evalúa el riesgo.
El abogado Ilia pregunta por los errores prácticos para abordar una situación de un grupo de personas que está escuchando música, violando la cuarentena.
El testigo hace referencia al contexto de la pandemia, como una situación particular, había que acomodarse al contexto de cada localidad.
El testigo dice que si piensa en un agente nuevo, con poca experiencia, “si había muchos errores en la normalidad, más las había en el contexto de la pandemia. Y qué posiblemente la posibilidad de error, en cualquier jerarquía, era muy alta”.
El abogado le vuelve a preguntar por los errores concretos. Cuando se aborda bien, y cuándo mal.
El testigo toma el caso, y explica que les tenían que pedir de manera verbal que se retiren a sus domicilios. “El error más común, pedirlo de mala forma.
En relación al no insultar, no increpar, y no exhibir las armas, a las que hizo referencia otro policía que dio testimonio el día anterior, dijo que la exhibición de armas tiene distintos puntos de vista. Es imposible que no se muestre, depende de la cantidad de personas”.
La defensa plantea sí frente a un grupo de 19 personas que agreden con botellas y piedras a cinco policías, podría en ese caso el policía desenfundar el arma, ¿empuñarla e incluso ejecutar algún disparo? Echeverría dice que, si el impacto se siente, es decir la agresión, cabría un disparo al aire, aunque no corresponde.
Con este testimonio de un experto en formación y protocolos policiales termina la audiencia del día miércoles 26 de julio, a la hora 18.45.
Acompañan en este Juicio las siguientes organizaciones: Movimiento Plurinacional disidente y feminista de Capilla del Monte. Movimiento Campesino de Córdoba. Unión de trabajo Popular. Radios comunitarias. Mesa de la Memoria de Cruz del Eje. La Colectiva. Justicia por Joaquín. Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos de Córdoba. Mesa de Trabajo por los DDHH de Traslasierra. Familiares de víctimas de gatillo fácil de la provincia de Córdoba.
Juicio por el crimen de Joaquín Paredes: 4ta. audiencia
Audiencia día 4: 27 de julio
El primer testimonio de la jornada lo da Leonardo Juárez, de 19 años, quien conoce a los imputados Enzo Alvarado y a Iván Luna, porque son del pueblo y conocía también a Joaquín y a Brian. Describe aquella noche del 25 de octubre contando que se juntaron en casa de Paola Navarro-desde temprano-. Compraron cervezas, escucharon música, bailaron, tomaron. Después se fueron a la plaza y luego al dispensario. Llegan dos móviles, se bajan los policías y uno (al que no conoce) exhibe una escopeta. Le recriminan eso. Los policías les pedían que se fueran. Luego les tiran y ellos corren y ve que a Brian le han pegado un tiro porque lo tocó y se ensangrentó la mano. Oyó que decían que Joaquín estaba muerto. Pidieron ayuda al dispensario, pero no les abrieron. Fueron hasta la comisaría a pedir ayuda porque Joaquín estaba tirado en el suelo, pero los policías al ver la llegada de la gente gritando, se fueron. Por bronca e impotencia les tiraron piedras a la policía y a la comisaria, donde no quedó nadie. Ahí los policías vuelven a tirarles.
Aparece su padre, lo saca de ese lugar y lo lleva a su casa. Cuenta que cuando los policías tiraron por primera vez, cerca del dispensario, se sintieron rodeados, porque bajaron de los móviles policiales varios agentes y empezaron a disparar y ellos a correr. Después de lo de la comisaría Leonardo se va hasta la ruta y siente que los tiros pasaban cerca de él e impactaban en el piso. Piensa que él pudo ser otro muerto.
El segundo testimonio lo da Mauro Sebastián Heredia, de 20 años, que está haciendo el servicio militar voluntario en La Calera. Conoce a cuatro de los seis imputados, también a Joaquín y a Brian. Solicita testimoniar sin la presencia de los imputados, “para declarar más tranquilo’.
En 2020 trabajaba en la cebolla y ese día fue a cobrar a eso de las 21 hs. Se juntó con Mariano Torres, a media cuadra del dispensario. Llega Enzo Alvarado en un patrullero y les pide que se porten bien, “que no echen moco’, que estén tranquilos. Se fueron para la plaza, que estaba llena de gente. A las dos horas de estar allí llegaron móviles policiales -Ronald, Sosa y Mikael-y les dice “váyanse de aquí’. Ellos respondieron que no estaban molestando. “Váyanse por las buenas, sino, tendrán que irse por las malas’ Fue Sosa quien les apuntó con una escopeta y les dijo “Se van o los quemo’.
A las 4 de la madrugada llega a donde estaban-cerca del dispensario-el grupo de Joaquín. Ahí aparecen dos móviles policiales que se estacionan cerca y los amedrentan. Ronald hace un tiro, Mikael también saca el arma. Los mas grandes interceden diciendo que hay menores, pero él se tira al suelo. Siguen los disparos y oye que lloran cerca diciendo “mataron a Joaquín”. El no creyó que fuera así. Uno de ellos lo alza a Joaquín, lo da vuelta y Joaquín da un suspiro. Buscan que en el dispensario los ayuden, pero la enfermera no les abrió. Rompieron vidrios de la ventana y la puerta porque no les abrían ni les ayudaban. Unos tres o cuatro amigos fueron a buscar ayuda a la comisaria, pero los policías los apuntan y se van. Desde la comisaria les tiraron una balacera. Ya ahí había mucha gente gritando a los policías que ayudaran-entre veinticinco y treinta personas y preguntando por qué habían hecho eso. En ese momento llega la ambulancia y se lleva a Joaquín y a Brian. Hay árboles cerca de la comisaria que tienen signos de los impactos de bala que hacía la policía. Cree que la balacera duró una media hora. Aclara que cerca del dispensario había una fiesta de cumpleaños con música y ahí la policía no intervino.
Comenta que después de este hecho la policía los ha hostigado seguido, que por esa razón dos de sus amigos y el mismo se han ido del pueblo. No han hecho denuncia de ese hostigamiento, están siendo ayudados por psicólogos para poder superar lo que les ocurrió aquella noche. Sabe que para muchos de sus amigos ha sido muy difícil superar lo que ocurrió. Algunos se han lesionado, tienen insomnio, se golpean la cabeza.
Y entonces comienza la intervención de los abogados defensores que son tantos como imputados. Y empieza un juego de preguntas perverso, sobre cual es el significado de la palabra “hostigar”, que la oyó -el defensor- un par de veces en boca de los testigos y le llama la atención (ese vocabulario faltó decir). El testigo define la palabra adecuadamente pero el defensor comienza a preguntar sobre su actual profesión (soldado voluntario) y las preguntas versan sobre qué opinión tiene sobre la policía, si sería policía y qué opinión tiene de lo que llaman “la gorra y la visera”.
No llama tanto la atención a amigos y presentes en el recinto de la sala espejo- la insostenible hostigación que hace la defensa sobre el testigo, sino que el juez lo haya permitido. La sensación de todos es que el culpable de algo ahí es el testigo y no los seis imputados que en ese momento no estaban en la sala.
El tercer testimonio es de Ángel Villada, de 19 años, quien después de contestar a la pregunta sostenida a cada testigo, del presidente del tribunal: “Ud. cree en Dios?”, a lo que todos le responden que sí (no sabemos si cabria el no) y luego hace jurar por Dios, que dirá toda la verdad.
Ángel también conoce a los policías imputados y a Joaquín -y Brian,-, de quien es hermano. Esa noche estuvieron en su casa escuchando música y tomando. Luego se fueron a la plaza, a eso de la 1.30. Estaban conversando sentados en un banco que esta frente a la iglesia. Vinieron policías que les dijeron que debían irse. Se fueron al lado de la radio. Conversaron y enchufaron en casa de un vecino el parlantito que tenían para escuchar música “porque se les había terminado la batería’. Ahí volvió Enzo Alvarado conque debían irse. Les habló bien.
A las 4 de la madrugada llegó Joaquín con otros chicos y estaban todos juntos (eran unos doce en total) volvieron los policías en móviles. Ronald se baja y tira un tiro al aire. Ellos se asustan y corren para todos lados. Los otros policías -Enzo e Iván- tiran también. El corrió con Joaquín y Maciel. En la carrera el tropieza y cae y ve caer a Joaquín. Ve que tiene un tiro y se queda con él. Los policías se fueron. Después llega la ambulancia. El se fue a avisar a la familia de Joaquín.
Terminado su relato la defensa insiste en preguntar quien tiró piedras al dispensario o a la comisaria y cuando lo hacen. Este joven y otros ya han dicho muchas veces: tiraron piedras después que les llovieron las balas y después de ver a su amigo tirado sin que sea auxiliado por la enfermera, la ambulancia ni la policía. Antes no hubo piedras ni enojo, ni gritos pidiendo ayuda.
El cuarto testimonio es de Leonel Heredia, quien cuenta que temprano vio un móvil policial con tres policías arriba, dos adelante y uno atrás.
A las 22 hs. fue a buscar a Joaquín y no estaba en su casa. Se juntó con otros amigos -Jorge navarro y José Rodríguez-. Luego en la casa de Brian se juntaron varios amigos, unos seis, y tomaron un vino en caja. Se fueron a la plaza con Jorge y había otro grupo, frente a la iglesia, sentados en un banco. Llega el móvil (una chata) se bajan dos- eran tres- Ronald los insulta y de mala manera les dicen que se vayan, como lo hacían siempre. “Desde antes que pase esto nos hostigaban, abusaban del poder siempre a pesar de que éramos menores”. Ronald se baja con la escopeta En la plaza Sosa le pide la escopeta a Ronald y la empieza a cargar.
Se fueron al dispensario por el caminito que existe, es un camino que está cerrado. Llegaron y no había nadie, “somos los primeros en llegar tomando vino”.
Llegan 3 móviles 2 se estacionan al frente de la radio y uno al costado que es desde donde se baja Ronald y comienza a disparar. “Enzo nos pide bien que nos vayamos”; les dijimos que si, pero se baja Ronald y dispara sin avisar. Les dijimos que no podían hacer eso, ellos no pensaban. Primero tiran hacia arriba y luego contra nosotros, con la escopeta, la deja y agarra su arma y sigue tirando. Todos dispararon “yo iba por atrás del dispensario y vi que todos sacaban el arma y nos disparaban”.
“Joaquín corrió derecho, los demás nos dispersamos”. “Corrí hacia la calle, todos gritaron que mataron a Joaquín”. La policía se había ido. Estaba Brian con el brazo herido. “Al primero que veo es a Brian, que tenía un hueco, y todos gritaron que lo mataron a Cabu”. Fue a buscar una venda para hacerle presión y nadie atendió. “Y rompimos para entrar a sacar una gaza, aunque sea”. Pero no pudieron entrar.
“Tenía mucho miedo, pensé que nos iban a matar a todos. No le deseo a nadie esa noche. Fueron a matarnos”. Luego quiso pedir ayuda a la policía, quiere correr por el caminito, pero su papa lo alcanzó y no lo dejo. Su abuela no lo soltaba en su casa, a donde lo llevó su padre. Escuchó muchos disparos. “Me quería ir, pero no me dejaba”.
Vuelve a comentar las situaciones de hostigamientos que reciben de la policía: les golpeaban los tobillos, los ponían contra la camioneta, les revisan la mochila. Por ese motivo muchos amigos se fueron del pueblo.
El quinto testimonio es de Ezequiel Gómez: Servicio Militar voluntario, quien conoce a Enzo Alvarado y a Luna, de los imputados. Pide que los imputados se retiren porque no se siento cómodo. El juez le explica que existen situaciones más graves que estas y le niega el pedido.
El relato de Ezequiel comienza con que estaba en la plaza con Gustavo Rodríguez, Jorge Navarro, Leonel Heredia y con Ángel Villada.
El juez interrumpe constantemente el testimonio de este joven.
En la plaza frente a la iglesia llega el patrullero, se bajan con la escopeta de malas maneras, los corrieron, los trataron como perros, los insultaron y por eso se fueron. Agrega que también estaba Mariano. Les dijeron que no podían apuntarlos. Se fueron por un caminito, llevaban una caja de vino. Decidieron irse a la casa de Mariano a festejar el cumpleaños de él. En el camino lo llama a Mariano su tío que le presta un parlante y se quedan ahí atrás del dispensario, escuchando música.
Llega un patrullero (auto), se baja Alvarado y habla con su cuñado Torres, lo saluda por su cumple le dice que se podían quedar sin molestar a nadie. Se va el móvil.
Llega Joaquín y otros amigos, en total eran 14 o 15, de 16 y 17 años. La mayoría eran menores.
A los segundos vuelven dos móviles y una chata sin balizas ni luces prendidas. El auto entra por la Luis Nieto. La camioneta se estaciona sobre Tosco. Se bajan agresivos y al choque. Ronald con la itaca o escopeta y hace 2 disparos al aire. Corren todos, y Brian se queja, se choca con un alambre y se cae. “Me dice que le duele, le dije que se calme, porque siempre pensé que eran balas de goma, hasta que muestra y veo su brazo con hueco pequeño adelante y atrás grandísimo”. No pudo contar los disparos. Fueron varios, se quedó sordo.
Escuchó a Maciel que grita que le pegaron a Cabu. Los policías estaban y cree que no es coincidencia que justo salieron huyendo. Se acercaron, lo dan vuelta, no le ven nada hasta que ven sangre en su mano. Se da cuenta que era bala de plomo, se comenzó a poner blanco de pálido.
Fueron al dispensario a pedir ayuda, nadie los atiende. Cuando lo vimos estaba cada vez más blanco y se imaginaron lo que estaba pasando. “Cuando estaba en la casa de mi abuela vi que venía la abuela de Joaquín y suponía lo peor le dije que todo iba a estar bien, pero sabía que no”.
Frente a la casa de su abuela llegaban las balas, se cortaron los gajos de los árboles, como silbaban las balas. Su abuela vive a tres cuadras.
Quiso correr a la comisaria, pero su tío lo lleva a casa de su abuela y no lo deja ir. Cuando puede, se va hacia la plaza. Los policías se habían ido y tiraban balas desde la ruta. Los otros se fueron desesperados, “tuve miedo de todo lo que dispararon”. “Ninguno estaba chupado, tomamos tranqui.”
Ante una pregunta de la fiscal sobre cómo esta, responde: Mal, por la pérdida de mi amigo, quiero justicia por él y que descanse en paz.
Pide permiso para agregar y dice: “Me da mucha bronca ver cómo los imputados andan en el mismo pueblo caminando, tomando mates en el río, después de lo que hicieron. Mínimo que no anden en el mismo pueblo como si nada donde los vemos”.
El ultimo testigo es Gustavo Rodríguez: 31 años, quien conoce a Alvarado, de quien es pariente, pero no tienen relación. Era muy amigo de Joaquín y de Brian, a pesar de la diferencia de edad.
Estaban en el dispensario con Mariano solos, agarrando wifi. Llega Alvarado y les dice que se queden piolas. Se fueron a la plaza, con su hermano y otros. Llego el móvil se baja Ronald con la escopeta, se baja también Sosa pidiéndoles que se vayan. “Les dijimos que ya, nos dijo ahora y saca la escopeta, le pregunta a Ronald si está cargada, le contesta que no. Hace como que la carga”.
“En la plaza no llego ningún otro amigo. En la plaza si había luz, estábamos sentados en un banco. Había mucha gente, pero solo a nosotros nos controlaron”.
Se van a la radio por el caminito, cuando le llega a Mariano un mensaje que dice “váyanse, porque los va a cargar el jefe”. Se quedan ahí porque Mariano pidió un cable al tío. Adentro y en la calle había luz. “Nos quedamos en la antena. Estábamos solos. Teníamos caja de vino”. Llega Alvarado que les dice que se queden piola, y se va. Al rato llega Joaquín con otros amigos. En total éramos más de 10.
Vuelven tres móviles rápido, sin balizas, se bajan 5 policías: Alvarado, Luna, Ronald todos agresivos, enojados. Hablaban, decían que “o nos íbamos por las buenas o por las malas”. Dijeron que se irían. Ronald baja con el arma, hace la vuelta para irse y siente muchos, muchos tiros, todos seguidos. “Nos tiraban a nosotros”. Los vi porque me escondí atrás de la radio. Los demás corrieron por todos lados. “Joaquín corrió con Toti, Ángel y mi hermano”. Los niños gritaban que lo habían matado, los policías se habían ido marcha atrás. Gritaban auxilio, nadie los escuchaba. Llegó el padre de Toti. Estaba Brian descompuesto.
Cabu estaba tirado, pidieron ayuda en el dispensario, no los atendieron. Gritaban, golpeaban, nadie salió. Él se fue. Los niños dijeron “vamos a la policía, que lo lleven” Corrieron por el caminito, pero no los dejaron llegar, de la cantidad de balas que tiraban. Se escondió atrás de los eucaliptus. “Nos cagaron a tiros”.
Cuando se tranquilizó todo, volvieron a ver a Cabu, había más gente alterada, todo el tiempo pidiendo ayuda. Muchos disparos. La ambulancia llega como a la media hora.
Le preguntan sobre el trato que ha recibido de la policía: “siempre me pegaban, perdí mi oído de tantos golpes”.
A las 19.30 hs finaliza la audiencia de la fecha.
Juicio por el crimen de Joaquín Paredes: 5ta. audiencia
En la jornada quinta de audiencias del juicio por Gatillo fácil testimonia en primer lugar el abuelo de Joaquín -Esteban Paredes- quien narra sobre esa noche. A las 22hs. Joaquín se va con un amigo. Esa noche hacía calor y dormían con la ventana abierta. Lo despiertan los tiros rápidos, “primero 3 tiros, luego más y más disparos. Más de veinte seguro, sonido de balas de goma y de fuego”. Cuando se despierta ve que Joaquín no había llegado, (siempre lo hacía a eso de las 2.30 hs). Llega una vecina que golpea. Atiende su esposa. Le dice que vaya a ver a Joaco. Intentó salir, pero su hijo no le permitió. Su hijo va hasta la comisaria -porque él ya sabía lo había pasado, había visto a Joaquín y que se movía con vida. Su hijo pide ayuda en la comisaría, ve a Luna, que lo saluda y pregunta a Alvarado, quién estaba de guardia, no le responde.
Pasado el tiempo llegan mujeres a su casa y le dicen que Joaquín estaba baleado. “Le pedí a Dios que me lo salvara, pensé que eran balas de gomas y me dicen que tenga fuerza que estaba muerto”. “Nunca pensé que estos compañeros, si así se les puede decir, me hagan esto, 25 años trabajé en la policía”.
“Joaquín me daba felicidad y paz y ahora se me terminó todo, no tengo nada, un vacío enorme. Si alguno es padre o abuelo debería saber: estoy vivo por fuera, muerto por dentro, toda la familia. Ni agua tomo tranquilo”.
Los chicos después le cuentan que su nieto llega, saluda al cumpleañero e inmediatamente llega la camioneta a los tiros, los chicos corren. “Yo creía que mi amigo iba a correr conmigo atrás de la ambulancia”, le dice su amigo Juárez.
“Él siempre vivió con nosotros, iba a la secundaria. Un tiempo se fue a córdoba, me preguntó si lo iba a extrañar y el que me extrañaba más era él, me llamaba todos los días”.
En marzo fue con su hija caminando por los eucaliptus y encontraron perdigones incrustados en los troncos, frente a la comisaria. “Ella tiene fotos”.
Esa tarde Joaquín llegó cansado, porque trabajó descargando cemento. Vuelve a las 14 hs y le trae 800 pesos que había ganado y se los dio a su abuela diciéndole “guárdame para mi cumple, para festejar”. El 2 de noviembre, que cumplía años, estaba el nicho que el mismo le ayudó a construir. “Fue un excelentísimo hijo y nieto, yo lo amaba, pregunten lo que era él, era un amor”.
Le preguntan -en base al testimonio que dio una chica en otra audiencia- si Joaquín alguna vez le pegó. “Nunca, nunca me faltó el respeto, él era una criatura. Por favor no me digan eso. Él jugaba con los niños, era un niño. También le preguntan si han recibido amenazas, responde que su hermano se encontró con el padre de Alvarado, en un supermercado y le dice “que si a su hijo lo condenaban, nos iba a matar a mí y a él”.
Esteban está muy dolido. Pide que ya no le pregunten más, pero los defensores de los imputados parecen no oír el pedido de este abuelo: cómo eran las juntas de los amigos, con quienes se juntaba Joaquín, también preguntan sobre los perdigones. “No me pregunten más pide llorando.” Interviene un juez del tribunal y pide que eviten la re victimización. Continúa la defensa preguntando. Esteban llora y pide que basta.
El juez Py pide terminar esto. Insiste la defensa sobre una contradicción. Pero al fin termina su declaración.
El segundo testimonio lo da José Rodríguez, que es primo del imputado Alvarado.
José pide que se retiren los policías. El Juez responde que todos tienen derecho a estar en la sala de audiencias. Le pide que tolere esa “incomodidad”.
Cuenta que aquella noche se juntó con su hermano y otros. Llega un patrullero hasta donde están ellos. En la camioneta había tres, pero se bajan dos. Ronald se baja con la itaka, Sosa se la pide y la cargó, les apuntó. Le dijeron que ya se iban. Estaban frente a la iglesia. Había muchas más personas, pero solo a ellos los corrieron.
Se fueron por un caminito que hay al dispensario. Pidieron luz en una casita y se quedaron atrás de la radio. Eran 5. Llegó Alvarado en un auto de la policía con una mujer y les dice que estén tranquilos. Tenían un parlante chico. Su tío les dio un alargue.
Después llega Joaquín con otros amigos menores. Hablábamos de que era su cumple. Vuelve la policía con balizas y sirena: una camioneta y dos autos. Se estacionan dos del lado de la radio y uno frente al dispensario. Llegan alterados, les gritan y comienzan a alejarse. Les dicen que ya se van, “Les dicen que ya” y empezaron a dispararles. Ronald tenía la escopeta, los primeros 20 ó 30 tiros eran de un sonido y luego eran otros sonidos. Todos corrieron a distintos lugares, gritaban. Cae Cabu. Maciel y Ángel gritan auxilio. “Lo damos vuelta y tenía sangre en la espalda, cuando pedimos auxilio la policía se fue, no nos ayudaron. Sentí mucho miedo”.
Van a pedir ayuda al dispensario y nadie los atiende. Estaba con llave. Corren a la comisaria algunos, pero no estaban. Les pedían ayuda y les tiraban balas.
“Nos escondimos frente a los eucaliptus. Disparaban, disparaban hasta que se fueron.
Cuando volví a ver a Joaquín ya lo habían llevado”.
El tercer testimonio lo da Fabián Juárez.
Comenta que estaban en casa de Paola Navarro y se fueron-los 5 que eran-al dispensario con una botella plástica. Pasan por la plaza donde no había gente, no recuerda si hacía calor. Cuando llegaron habían 6 ó 7 chicos al lado de radio, atrás. Estaban parados, tomando y escuchando música de un parlante. En la casa de al lado había música fuerte porque había una fiesta y se veía gente, no sabe cuántos. Había luz adentro del dispensario y en la calle también. Podía verse más o menos quiénes eran. Apenas llegaron, en el acto llega la policía, una camioneta. Él se hizo para atrás, donde estaban sus primos, atrás había 2 policías. Se baja el policía, escucha muchos disparos. Corrió hasta la calle, mientras los disparos seguían. Eran muchos, tuvo miedo. Encontró a Brian y llega Leo y lo llevan al dispensario porque tenía un tiro en el brazo, (muestra la altura) le chorreaba la sangre. No atendía nadie. Escucha que gritan que Joaquín estaba en el piso, mientras la camioneta policial salió muy fuerte. Fue hasta donde estaba Joaquín que estaba tirado, llegaron nuestros amigos. La enfermera salió aproximadamente 20 minutos después. Casi justo después llega la ambulancia. Revisan a Cabu y lo suben. Se quedé un rato más y luego se fue a su casa, que esta entre Pichanas y Paso Viejo. Tardó como media hora. Mientras estaba con Joaquín se escucharon muchos disparos desde la comisaria.
La defensa insiste en preguntar si cada testigo es parte de los destrozos hechos sobre el dispensario y la comisaria. Responde que no vio nada de eso, porque estaba con Joaquín.
El cuarto testimonio es de Nilton Torres, testimonio pedido por la defensa.
Conoce a Alvarado y Luna. Sin relación, sólo conocidos. Conoce a Joaquín y a Brian.
Recuerda que esa noche cerca de las 19 hs. volvió de trabajar y se juntan a tomar cerveza, con algunos de los que trabaja. Luego se va a la plaza por su cumple con varios amigos. Llega la policía en un móvil, una camioneta, cerca de la una de la madrugada. Eran cuatro agentes, se baja uno con la itaka, sin apuntar y les piden que se vayan. Él se fue con Ángel. Voltio quedó y discute con Sosa porque no se quería ir hasta que saca la escopeta y le apunta. Después de la discusión se van hasta donde estaban ellos. Llega a la esquina de la plaza y se queda ahí. Enzo Alvarado avisa a Mariano, su cuñado, vía mensaje de audio, que se vayan porque venían refuerzo desde Soto. INTERRUMPE LA DEFENSA. Voltio le agarra el celular, le dice que vengan nomas. Juntaron pocas piedras medianas (hace seña del tamaño).
Entre las 3 y las 4 de la mañana pasan otros amigos y se va con ellos hasta la vinoteca del Lobo. Cuando vuelven, venía un auto de la policía de Soto y escuchan los tiros y gritan que le pegaron a Joaquín. La policía se va.
Se escondieron en el lobo, en un salón, porque se escuchaban a los policías que iban y volvían. Eran los únicos que andaban.
Volviendo se cruzan a Iván, quien lo saluda, levanta el cono que había y se va. Venía normal, sin balizas. Escucha los disparos, se asustan y se van a casa de Andrés. En el dispensario estaban los chicos, fueron a ver a Joaquín tirado, decían que lo habían matado. Había otros chicos. Fueron a la comisaria, eran como 10 ó 15, donde la policía tiraba balas mientras retrocedían hasta la ruta. Todos tiraban piedras. Apedreaban a la policía porque lo mataron. Hubo piedras de parte de ellos y tiros hacia ellos. Se fueron marcha atrás. Tiraron muchos tiros. Volvió al dispensario y vio cuando lo llevan en la ambulancia a Joaquín.
La fiscal le lee la declaración original dice que no escucho disparos, en su declaración habla de enfrentamiento. Aclara que si escuchó en los dos momentos disparos.
El quinto testigo es Mariano Alejo Torres, “Caña”, de 22 años. Conoce de los imputados: a Alvarado Enzo, como su cuñado, pareja de su hermana. Iván Luna, Ronald y uno de Soto. Era amigo de Joaquín y primo de Brian.
Cuenta que estaban en la plaza con tres amigos más, frente a la iglesia, tomando bebida alcohólica, festejando su cumple. Estaba consumiendo marihuana. Llega el móvil con Sosa y Ronald y les piden bien que se vayan. Se estaban yendo cuando Sosa se baja con la escopeta y empieza a discutir con voltio.
Hacía frío esa noche. Se van atrás del dispensario, el camino los lleva directo ahí. Su tío Fede Torres lo saluda, les da luz y le presta un parlante chico sin luces y un alargador. En esa casa había una juntada con sus primos y sus hermanas. Llegó Alvarado y otro en un auto y les piden que se vayan y se van. Enzo le avisa por mensaje que se fueran porque venían otros. Voltio envía un audio. Aquí no estaba aún Joaquín. Llega luego Joaquín con Angel, Nilton y otros. Eran en total entre 18 y 20: 3 o 4 mayores y la mayoría menores. Estaban todos juntos.
Pasaron entre 30 y 40 minutos y llegan tres móviles, dos autos, una camioneta, balizas en los autos, una camioneta sin luces. Se bajan, Ronald se queda atrás de la chata, Luna entra por atrás y otro que no conoce. Primero hablan tranquilos hasta que Ronald hace un tiro con la itaka y sacan las armas. A un tal Richard le tocó la espalda para que no dispare, pero tira hacia ellos. Se tiró al suelo y le dan a su primo en el brazo y a Joaquín por la espalda. En total 4 tiros en total, uno con la itaka y 3 con la 9 mm. Ve caer a su primo. Fueron a romper todo porque habían matado a un amigo, tiraban todos menos uno que era el que manejaba la chata, no sabe quién es.
El sexto testimonio lo da Leonardo Emanuel Rodríguez: “Goma, Goma” soltero de 19 años. Conoce a Alvarado y a Luna. A sus amigos: Joaquín y Brian.
En la casa de Paola estaban tomando birras varios amigos, los nombra. A las 4 de la mañana se fueron atrás de la radio, después de pasar por la plaza.
Llegan dos móviles -una chata y un auto- y bajan con el arma. La escopeta la tiene Ronald. Hace un tiro al aire. Discutían con Gustavo. Escucho disparos de los otros. Se le pide que señale quien disparó. Señala a López como el que mató a Joaquín. “Les dijimos que Joaquín estaba muerto y ellos no nos querían ayudar y que tuvieron que reaccionar”. Por eso tiraron piedras.
La fiscal pregunta si habló con alguien antes de venir a declarar y responde que no.
Cuando se juntaron en la plaza era una noche de calor, antes del dispensario no se detuvieron en ningún lugar. A las tres de la mañana estaban en el dispensario y había luz en la calle. Llegaron y estaba Mariano, Jorge y Mauro. No vio qué estaban tomando. Ellos tomaban en un vaso de plástico. Saludaron cuando llegaron. Estaban parados. Se quedamos juntos. Llega la policía. Joaquín estaba con Mariano, Caña. Estaban al lado del parlantito. No les dijeron- cuando llegaron- que la policía había estado antes. Cuando llegó la policía, Enzo habló con su hermano, pero él no escuchó. Y al rato llega Ronald con la itaka. Todos juntos se bajaron, los 4 y se amontonaron entre ellos. Ronald dispara primero. Escuchó 5 ó 6 disparos. El primer disparo lo hace la itaca. Agarraron un par de piedras y tiraron a pegar al móvil. Sintió el ruido de chapa que pegó la piedra. Corrieron para distintos lugares. Joaquín para el frente. Alzó a Brian que estaba herido. “Los policías se fueron a las chapas” mientas pedían auxilio por Joaquín. Nadie los ayudaba. Fueron a la policía a pedir ayuda, por la plaza. Fueron los primeros en llegar. Los policías estaban afuera conversando. Les dijeron que estaba muerto. Y no los ayudaban y “tuvimos que reaccionar a pedradas”. La policía empezó a disparar y ellos se ocultaron detrás de los árboles. “Sentí muchos tiros. Nosotros éramos 20. Todos arrojamos piedras. Los policías se van y entramos a la comisaría”.
Dijo que por miedo los policías no respondieron al pedido de ayuda para Joaquín.
Se corta la transmisión en la sala espejo, los operadores no pueden solucionar lo sucedido.
A las 15 hs. finaliza la quinta audiencia de este juicio.
Acompañan en este Juicio las siguientes organizaciones: Movimiento Plurinacional disidente y feminista de Capilla del Monte. Movimiento Campesino de Córdoba. Unión de trabajo Popular. Radios comunitarias. Mesa de la Memoria de Cruz del Eje. La Colectiva. Justicia por Joaquín. Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos de Córdoba. Mesa de Trabajo por los DDHH de Traslasierra. Familiares de víctimas de gatillo fácil de la provincia de Córdoba.
Juicio por el crimen de Joaquín Paredes: 6ta. Audiencia
El primer testimonio de la sexta audiencia en el Juicio por el asesinato de Joaquín Paredes lo da Manuel Paredes, quien es jubilado de la Policía y es hermano del abuelo de Joaquín.
Su declaración comienza diciendo que a las 5.30 hs de la madrugada del 25 de octubre de 2020, recibe un llamado de su hermano-Esteban- quien le pide que se llegue al hospital de Soto,porque Joaquín estaban herido de bala, pero no sabía que era mortal. Va al hospital, lo atiende un médico que lo conoce, quien lo hace pasar para que lo vea, le levanta la remera y le muestra el plomo que quedó en su pecho.
A las 10.30 viaja a Paso Viejo y con un sobrino van al lugar donde cayó Joaquín. No estaba vallado, razón por la cual se acerca al lugar. Al llegar encuentra 4 capsulas de armas 9mm (conoce de armas, por su profesión) en la calle cerca de una sala de primeros auxilios, en un predio cerrado con alambre. Un chico pequeño -de unos 7 años- le dice que en su casa tiene como 15 vainas más. Las capsulas fueron entregadas a la policía y el teléfono a la fiscal Pochettino. En ese momento ya estaba la prensa y no había ningún personal policial. La gente pasaba caminando por todos lados.
Le preguntan si ha sido amenazado: “Si, estando en un súper, me saluda y me dice: si me lo llegan procesar a mi hijo a vos y al Esteban los voy a cagar matando”. Fue el padre de Alvarado.
El segundo testigo es Melina del Milagro Farías, quien tiene 20 años y conoce a dos de los imputados-Alvarado y Luna-. También conocía a Joaquín y a Brian. Es vecina, vive al costado de la radio. En la madrugada estaba durmiendo y se despierta cuando discutían o hablaban. Mira: había dos policías con los chicos que eran entre 12 y 15. No se veían porque no había mucha luz, en la calle si, en el dispensario. Había una móvil- camioneta adentro del predio, mirando para la casa siguiente, hacia la ruta. Eran dos policías, hablaron con los chicos, llegaron y se fueron juntos. Luego se quieren ir y les tiran una piedra. Cuando el policía saca el arma, carga y se le cae el cargador, era un gordito, alto. Disparó hacia los chicos desde atrás de la camioneta, hizo más de tres disparos. El otro policía estaba agachado atrás de la puerta de la camioneta, desde ahí tira. Los chicos corren por un caminito yendo para la plaza, otros por la radio. Uno de los chicos grita: “fíjate a quien le pegaste”. Ahí cae Joaquín. Los policías se van.
Después para el lado de la policía se sentían más disparos, muchas balas. No reconoce los sonidos, si se diferencian con los iniciales.
A los 20 minutos salió, había algunos chicos con Joaquín, llegó la tía y escuchó como lloraba y decía su nombre. Observó balas tiradas en la calle y a donde estaba la camioneta, adentro, había cartuchos, el cargador estaba tirado. Eran más de 60, menos los cartuchos que eran de color rojo. Se sintieron piedras en el dispensario. Luego llegó la ambulancia, tardó 20 minutos más o menos.
Ante la pregunta de la querella sobre qué vio luego de irse a acostar, ella dice: “Vi policías que estaban ahí”. Le recuerdan declaración original cuando dice que ve 5 policías de camisa celeste y otros de camisa azul que levantaban cosas, que no eran botellas ni piedras. Responde “habrán levantado balas” no me acuerdo. Eran aproximadamente las 7. 20 o 7.30.
Le preguntan cómo es el cargador que vio: “de color negro y chiquito, quedó cerca del cordón de mi casa”. Después ya no estaba.
Le preguntan si vio botellas en el lugar: “No recuerdo, pero si lo dije seguro que si”
El defensor de Sosa Gallardo-Ricardo Videla- pregunta a la testigo si se siente incomoda o tiene miedo, le responde que no y ahí este defensor (que en otras audiencias ha sido muy hostigador de los jóvenes que vivenciaron aquella balacera), empieza a preguntar sobre delitos que se cometían en el pueblo antes de este día, también quiere que la testigo se explaye sobre cómo es el ahora en el pueblo y recibe esta respuesta: “Los chicos ya no se juntan”.
La fiscal le recuerda la descripción de los policías que vio, le leen: “pelo negro, ni gordo ni flaco. Otro pelo amarillo que le dicen chiri”, el primero Luna y el otro Alvarado, pero actualmente no puede definir quiénes eran.
Pregunta del presidente del tribunal, el juez Arístides Py, a la testigo: “¿Se consume drogas?”.
Se pasa a cuarto intermedio hasta las 14 hs., ya que Arias y Barrera, no se han hecho presentes, a pesar de estar citados
El viernes se hará la inspección ocular en Paso Viejo, a las 9,30hs. frente a la Iglesia, sin los imputados.
La fiscal responde sobre un pedido de la defensa de una denuncia realizada por el jefe comunal Darío Heredia sobre daños a los edificios comunales y comisaria. La denuncia no tiene fecha. Luego aclara que fue el 9 de noviembre de 2020.
Citan para el miércoles a Maribel Paredes, Carlos Julio Sánchez y Héctor Valenzuela.
A las 14.15 hs. se retoma la audiencia dando continuidad al testimoniode Gloria Isabel Farías.
Vive al frente de donde pasó el hecho. Su nieto- Josué Reynoso-le pidió permiso para tomar algo en el patio, debajo de la mora. Se fui a dormir a eso de la una.
Benjamín de 14 años, su otro nieto, unos días antes, andando con Joaquín, a la nochecita, habían sido interceptados por la policía Sandra Yanicelli y tres policías más y le revisaron la mochila, y le apuntaron con las armas. Fue abril o mayo del 2020.
Esa noche del 25 de octubre, desde su ventana, que estaba abierta, escucharon que había música y que paró la policía. Apagaron la música. Se vistieron para ir a ver qué pasaba, si estaban sus nietos. Volvió la policía y se sienten unos disparos y los gritos de los chicos “le pegaron a Cabu”.
Los chicos gritan y piden ayuda, buscan ayuda en el dispensario. Fue a verla a Beatriz, la abuela de Joaquín. Ya estaban los vecinos en la calle. Le avisó a Beatriz y ella se vino. Cuando iban, venía una vecina diciendo que estaba mal Cabu. Beatriz quería ir a verlo. Luego fue Maribel a verlo. Estuvieron en esa casa un rato. Su hijo, que estaba en la casa con Covid, las llama, que se vayan a la casa, porque las balas están pasando por arriba de las casas. Su hijo es guardia cárcel y ella le pregunta si son balas de goma, él le dice que eran balas de verdad. Su hijo no estaba viendo, estaba en el fondo de la casa. Desde su casa se ve la antena y la tapia de los Torres. Había música en la casa y en la antena. Pasaron unos 10 minutos entre una vuelta de la policía y la otra. En la segunda vuelta, vio pasar un auto sólo, rápido, por Malvinas Argentinas. El auto estaciona frente al dispensario y bajan dos personas. No conoce a quiénes se bajan. Estaban con ropa oscura. No eran muy altos. Bajan del auto y entran hacia donde estaban los niños. Escuchó que les gritaban “Basta Caña o déjalo Caña”. (Caña es un chico). Y ahí escucha los disparos. Llegaron, se bajaron y dispararon. Desde la casa no podía identificar a los chicos. Escuchó unos 8 o 10 disparos. Los niños gritaban, lloraban. Gritaban “No tiren hijos de puta, le pegaron a Cabu”. Los chicos corrían hacia el fondo. Hicieron marcha atrás y se van por Malvinas Argentinas. No vio que los chicos tiraran nada. Después hubo muchos disparos, para el lado de la plaza. No fue a la plaza, se quedó con Beatriz. No amanecía cuando fueron los disparos. Los chicos rompieron los vidrios del dispensario, de la desesperación. A Cabu la policía lo abandono. En la entrada del pueblo voltearon la fuente, dicen que la policía haciendo marcha atrás. Su nieto Josué llegó antes con Andrés Oliva y Nito Torres. Apenas llegaron, les dijeron “no se vayan allá porque anduvo la policía”, y ahí empezaron los tiros. El móvil policial era negro y azul.
Sus nietos, Benjamín y Josué, siguieron sufriendo hostigamiento de la policía. Pide justicia, que haya escarmiento, para que esto no vuelva a pasar. Los encerraron a los niños para matarlos. Con su esposo lloraban pensando “si nos hubiera pasado a nosotros. Nadie te prepara para una cosa así”.
El cuarto testimonio lo da Anabela Dahyana Reynoso. Conoce a Enzo Alvarado y a Iván Luna, y a Joaquín y Brian. Esa noche estaba en la plaza con Sergio Agüero, quien hoy es su pareja. Andaban en un auto. Pasan unos chicos, Joaquín se acercó al auto a saludar a su novio. Eran unos diez chicos. No vio si iban tomando. Al rato pasaron Josué, Benjamín, Toto Oliva y Nilton Torres. Ven pasar por el boulevard un auto azul y una camioneta azul sin sirenas, ni balizas prendidas, a velocidad. Pasaron unos 5 minutos. Giran el auto para ir a ver qué pasaba, porque sus sobrinos habían ido hacia allá. Escucharon disparos seguidos, parecidos. Se encontró con un chico que le da el teléfono. Ve a su mamá que le dice que los chicos, sus sobrinos, estaban bien. Se cruza con los chicos y decían “le pegaron a Cabu”. Gritaban y corrían. Frente a la escuela primaria un oficial, Gómez, hacia seña de que frenaran. Y empezaron a disparar. Se escondió detrás de un árbol. Los chicos estaban más adelante. La policía disparaba desde la comisaria. Luego volvió a la casa de su mamá. Cruzó el alambrado. Vio la ambulancia y no levantaban a Joaquín. Les dicen que no había nada que hacer. Brian estaba ya en la ambulancia. Se va la ambulancia con Joaquín, Brian, el tío de Joaquín, la enfermera y el chofer. Sergio le avisa que Tati estaba desmayado, herido. Lo llevaron al hospital de Soto. Ahí se enteraron que Joaquín estaba muerto. Le avisó a su mamá por teléfono. Volvieron a Paso Viejo. Fue con su cuñada y sacó fotos de casquillos. Fue a ver a Beatriz. Su mamá le pide que vaya al lugar del hecho, porque había venido un inspector Corso y otro señor Tello. Había varios vecinos. Les mostró las fotos. Recién como a las 10 de la mañana vallaron el lugar. Los chicos rompieron la puerta del dispensario y los vidrios de la comisaría.
“Nosotros como comunidad necesitamos que hagan justicia. Me sentí perseguida. Móviles de la policía se estacionaban frente a mi casa. Me corrían de la plaza, había otra gente en la plaza, pero me corrían a mí. A mi sobrino, antes de eso, que se cruzó a saludar a otros chicos, y la policía le pegó un empujón”.
A las 16 hs. termina la audiencia del 1 de agosto de 2023.
Juicio por Joaquín Paredes 7ma. audiencia: “Hoy ya no lo dicen, ya no se les pasa por la cabeza irse con su amigo”.
Compartimos la síntesis elaborada en trabajo colaborativo entre las distintas organizaciones sociales, feministas y de derechos humanos de la región que acompañan a la familia de Joaquín.
El primer testimonio lo da Maribel Paredes, tía de Joaquín. Conoce a Luna y Alvarado-imputados-y a su sobrino Joaquín y amigo Brian.
El sábado 24 a la noche cenaron en familia porque hacía calor. A eso de las 2.30 ve que llega el móvil policial a la plaza. Desde su casa se ve todo el lugar, ya que están a menos de media cuadra. Había 5 chicos y en la plaza había más gente, seguro más de 10 personas. Llegan con las armas y escucha que los chicos les dicen a los policías “guarden las armas”. Se acercó al alambrado, para ver si estaba Joaquín, y no estaba. Alguien le dice que su sobrino estaba en lo de Paola. Se quedó más tranquila.
Estando durmiendo la despiertan las balas. Escucho que una mujer le decía a su mamá que vaya, que le habían pegado a Cabu. Habló con su hermano y le dijo lo que escuchó. Salieron hacia el lugar. Mientras iban, escuchó disparos que venían desde la plaza. Vio a sus amigos correr desesperados, gritando que mataron a Cabu. Llegó, lo vio tirado, le habló y no le respondió. Una mujer le dijo que no la iba a escuchar, porque estaba muerto. Se le vino el mundo abajo y se desesperó.
Vio que se acercaba su mamá, y no quería que lo vea. Intentó calmarse y le dijo que Joaquín iba a estar bien, pero ya sabía que estaba muerto. Llegó a su casa y llamó a su tía, que es enfermera, para que la ayude a contarles.
Maribel comenta que 9 veces allanaron la casa de Brian, sin orden desde fiscalía.
Pregunta la defensa: ¿Por qué dice que los allanamientos no tenían orden de la fiscalía? “Porque Paola llegó a tribunales a consultar y eso le respondieron”.
¿Por qué no salió la enfermera? “Habrá escuchado los tiros de la policía y no habrá salido por miedo”.
Pregunta Videla-defensor de Sosa Gallardo-sobre las armas, a lo que la testigo respondió: “Son las que tienen en la cintura puesta”.
El segundo testimonio lo da Romina Rodríguez. Quien conoce a Luna, Alvarado y Ronald.
El 25 a la madrugada, uno de sus hijos le manda un mensaje por celular, que ella no lee. La llama su otro hijo y le dice, llorando, que habían matado a Joaquín. Ve el mensaje del otro hijo, quien le dice que la policía lo había matado. No lo podía creer, a pesar de que era frecuente la persecución. Una vez los persiguieron a los tiros en el campo.
Tenía un vecino que se suicidó en enero. Lo vivían maltratando. Los allanan, se llevan sus ropas, que se compran trabajando en el campo. Muchos chicos dejaron la escuela para ir a trabajar, no saben leer ni escribir.
Como vive a dos km, va a la casa de su hijo y lo encuentra tirado, llorando por su amigo. Va a la casa de su hermana, que vive al frente. Llega un señor que le pregunta qué pasó, le explicó. Eran Corzo y otros dos, ellos no dejaron pasar. Ella llegó al pueblo a las 5.30. Corzo llegó a las 7.30.
“No sé si nos persiguen por ser pobres, por ser negros o porque hasta tuvieron que desmontar para hacer una canchita y poder jugar sin que los molesten”.
Denunció al padre de Alvarado por amenazas desde su auto.
La defensa pregunta: El hostigamiento desde cuándo es y por qué: “Desde antes y después, porque somos pobres, porque la policía por tener un uniforme y un arma se creen superiores”.
Videla pregunta si desde la página “Justicia por Joaquín”, se hacen denuncias.
El tercer testimonio lo da Carlos Julio Sánchez, que es un ex sacerdote, a quien le preguntan cómo son los jóvenes de la zona.
Sánchez responde que los jóvenes de Paso Viejo son trabajadores. Cuando llegó a la zona no había escuela secundaria, se iban en familia a trabajar. Dejaban su infancia y se iban a trabajar. Siguen siendo trabajadores. La falta de tierra y empleo hace que el trabajo escasee. No hay tierras propias asi que trabajan para los demás. Desde el año 2000 aprendieron a ser estudiantes. No da clases ahí, pero sí dio talleres.
Aparte de ser trabajadores y estudiantes, son personas que tratan de pasar de la infancia a la adultez, con brechas y normas que no los escuchan. No se la hacen fácil las reglas, no se discuten con ellos, son impuestas y le suman los prejuicios del alcohol, de la vagancia. En cuestión de tensiones la situación se resuelve a favor del más fuerte, la prueba de esto es el cuerpo abandonado de Joaquín y el de Diego Chambi.
La deserción escolar en Paso Viejo, y en la zona, es un problema del sistema educativo, de poca apertura y escucha para los jóvenes, que tienen gran experiencia en el campo, no se aprovecha y se desperdicia esa oportunidad. Ante preguntas relacionadas al pueblo, por parte de la defensa, comenta que: “Hay algunos propietarios de negocios, trabajadores independientes. Brecha escandalosa no hay, pero si existe entre quienes tienen algo y quiénes no”.
Se da un cuarto intermedio y al regresar el cuarto testimonio es de Héctor Valenzuela- Psicólogo del grupo, quien no conoce a los imputados.
Comenzó a trabajar hace dos años. Pertenece al centro Ulloa, que es un dispositivo de la secretaria de DDHH y Justicia de la Nación, creado en el año 2010/11, nucleada por distintas instituciones para acompañar a víctimas de grandes violencias institucionales.
Fueron convocados en 2021, para ponerse a disposición de las víctimas, pero estaban agrupaciones locales, departamentales y provinciales, quienes acompañaban, por lo que se retiraron. Intervino primero provincia y fue acordado con ellos el acompañamiento. En abril-mayo, gente de la comunidad “Justicia por Joaquín” los convocan ya que las agrupaciones anteriores no estaban asistiendo. Se acercó en esa oportunidad para informarse. Esa comunidad está conformada por mamás protectoras, familias y técnicos.
En junio llega la demanda concreta. Pudieron observar la situación difícil. Evaluaron la presencia semanal en la localidad, acompañando amigos y familiares. Con la licenciada Natalia Fernández, viajaron dos veces por semana. Fue muy difícil acercarse a los jóvenes. Sumaron a una técnica de Senaf Nación.
El centro Ulloa es integral ya que nuclea programas con victimas estatales con asistencia en salud mental con psicoterapias. Tiene trayectoria latinoamericana e internacional.
El trabajo ha sido muy difícil con algunos más que otros, ya que son jóvenes culturalmente distintos en lenguaje, vestimenta. Explica las características de una de las víctimas, analiza los alias: algunos puestos entre amigos, otros heredados de sus padres. Compara con pibes de otras ciudades con quienes las características son abismalmente diferentes.
Se produjeron encuentros grupales, otros individuales. Comenta sobre expresiones de pibes que manifestaban “querer irse con Joaquín”, en esas situaciones se realizaban asistencias de emergencias para luego dar intervención a otras instituciones.
Comenta que se creó la Mesa de las Infancias y un área local de jóvenes e intervención. Incluyendo áreas provinciales que están obligadas hacerlas y que no existía en Paso Viejo.
¿Cuál ha sido la relación de los jóvenes con la institución policial?
El encuentro entre jóvenes y policía salió desde el primer momento, a veces de manera privada. El 99 por ciento, ha sido violento o violentísimo. Puede contar cientos de ejemplos, sin violar el secreto profesional. Varios jóvenes en grupo y de manera individual que fueron retirados de los lugares donde estaban. Una vez los sacaron de la cancha y se fueron a otra cancha, fuera del pueblo. Ahí también llega la policía, los hacen correr y les disparaban con armas de fuego hacia ellos y al aire. Mientras corrían, uno de ellos decía que sintieron zumbar el corchazo en la oreja. Ante su pregunta si había denuncia, responden que, en algunas situaciones, sí. Los chicos naturalizaron la violencia. Todas estas situaciones fueron derivadas a las instituciones correspondientes. El sistema los lleva a naturalizar estas situaciones, ya que, si pasó una vez y no se sancionó, hay muchas posibilidades de que vuelva a suceder. Entiendo que denunciaron una vez y eran los mismos que después los hostigaban. Entiendo que luego se denunció en fiscalía. Si no hay sanción, los jóvenes pierden el respeto porque no son respetados, y peor aún, porque son maltratados. Es el Estado quien debe garantizar el respeto mutuo, el ida y vuelta.
Es necesario que el Poder Ejecutivo, más el Ministerio de Justicia, deben complementar y crear las formas óptimas para que funcione sin violencia.
Hacen reuniones con los chicos, grupales e individuales. La demanda ha sido de los adultos para los chicos. Desde ellos, llevó tiempo que cuenten qué les pasaba y qué necesitaban. Hay chicos con pesadillas, problemas gastrointestinales. Brian pone mucho su brazo en el bolsillo, cuando se siente en riesgo.
Tres chicos lo han especificado, aunque son más quienes “quieren irse con Joaco”. Hoy ya no lo dicen, hoy ya no quieren suicidarse, ya no se les pasa por la cabeza irse con su amigo.
Le preguntan si les cree a los chicos lo que le dicen. Sí, porque corroboran las escuchas. Se forman en estas problemáticas. Por principio se debe creer a las víctimas. Es la primera vez que está en un lugar con la extrema violencia y tantas dificultades para acercarse. Son pibes que están expulsados de todas las instituciones, del Estado inclusive, en una lista que no pueden entrar al baile ni en Tuclame ni en Soto.
Recomienda que, a partir del daño extendido, evaluar para poder reparar algo de todo lo que se rompió, que puede ser hasta transgeneracional. Confirma que los chicos hablan todos con la verdad. Los chicos sueñan con Joaquín, que los salvó.
Ante una pregunta del defensor García: ¿A qué se refieren los chicos cuando se nombran negros y pobres? Es una cuestión de sentido común, el negro pobre no es quien tiene posibilidades a ciertos bienes y derechos. Amplia que el centro de vida es donde el joven reside. Algunos chicos se van del pueblo por la persecución y porque encuentran trabajo en otros lugares. Saben que en Paso Viejo no tienen futuro.
También pregunta la defensa algo que en otra audiencia le hizo a uno de los menores testigos: la frase “nunca gorra siempre visera” qué significa: Valenzuela responde “es de larga data, del código de faltas transformado en código de convivencia, decía que no se podía usar socialmente la gorra, pero la institución policial sí”. En la institución, ciertos policías discriminan en la calle al pibe morocho, con gorra. Pregunta Rodríguez si cree que hay odio para la policía. “No, hay bronca y mucho, mucho miedo”.
Solamente a un joven vi llorar en estos dos años, pero a todos-sin excepción- después de salir de esta sala, vi llorar. Los indicadores emocionales son bronca y miedo. Miedo a los policías, miedo a los uniformes y un fuerte efecto de ciertos símbolos.
El quinto testimonio lo da Alberto Barrera, quien es chofer de Sosa Gallardo.
Cuenta que, desde el móvil, a 60 metros, ve como los chicos tiran piedras. Con armas de fuego no vio que nadie disparara. Se escuchaban detonaciones, pero no vio. Sosa le ordena que sacara el móvil porque si se rompe le hacen un sumario y debe pagarlo.
Ante la pregunta de la fiscal sobre cómo es Sosa, como jefe, responde: “Él era quien lo defendía frente a los problemas. En lo personal era bueno”. Esa noche, antes de Tuclame, ingresa el pedido de un hombre, lo escuchó y le dijeron: se solicita al superior de turno, desde Paso Viejo”. Cuenta que recibió la orden de sacar los móviles. Escuchó disparos, pero no vio quien los hacía, ya que no había luz. En ese momento no tuvo contacto con los demás compañeros, a los 10 minutos llegaron refuerzos desde El Bañado.
Antes de correr los vehículos se bajó y vio las piedras. Se escuchaban gritos como si fuese una cancha. Sacó los móviles marcha atrás. Frente a la comisaria estaba un móvil blanco, una camioneta y un Cronos. Sacó los móviles a las 5 am, por orden de Sosa, los jefes de la investigación llegaron a las 9 y debió quedarse en el pueblo hasta las 14.30.
El último testimonio lo da Julio Farías, personal retirado de la policía de Córdoba, comisario general, creador del protocolo policial, con domicilio en Córdoba.
Trabajaba en Formación y Recursos Humanos. Asesoraba a la jefatura. Es especialista en seguridad pública, es licenciado y con un post grado en seguridad. Trabajó 30 años. Cuenta que la policía se forma en dos escuelas, la de suboficiales (Ciudad de los Cuartetos) y la de oficiales (Barrio Las Palmas).
La formación se alargó, luego de este hecho. Le preguntan sobre la formación en uso de armas. Al observar algunas irregularidades en la formación, le propone a la jefatura algunas modificaciones. Son 14 mil hombres armados y no tienen un polígono de tiro propio. Alquilan uno. Los policías deberían realizar un entrenamiento anual de tiro. Eso no se hace. La idoneidad se mide cada cuatro años. Desde que se creó la escuela de tiro, se ofrece que lo hagan sin costo, pero depende de cada uno. El entrenador es deportivo, no policial. A cada policía se le entrega un arma corta y se hace responsable de la misma. Son provistos por una dependencia.
Sobre las armas largas, son responsabilidad de la dependencia, no del individuo, no se la pueden llevar a su casa. Sólo se controla en un lugar seguro.
La principal función de la policía es la prevención y el resguardo de la vida.
El 90 % es prevención y el 10% es reacción, puede ser sorpresiva o planificada. Cuando es planificada es cuando se analiza y toma una decisión. Cuando es sorpresiva: reacciona con lo que ya sabe, depende del entrenamiento y la formación que tenga. Como ser humano, lo primero es miedo y reacciona con la adrenalina.
Se puede trabajar esto con entrenamiento. Si esta situación de stress dura más de un minuto la persona se desmaya. Suele durar segundos. Hizo un trabajo final sobre este tema. Explica cuestiones sobre cómo se mide la idoneidad en las prácticas de tiro. Explica la regla 5 x 5, cinco metros, en cinco segundos, cinco tiros. Sería fantástico llevar al personal a ese nivel, es tener la “mano caliente”.
No está prohibido el uso de escopeta en la vía pública. Si tienen que estar formados específicamente. Habla sobre la escopeta como herramienta de disuasión. Impone distancia, respeto. De la ley surge el concepto de usarla ostensiblemente. La escopeta no tiene funda, se manipula al frente. En lugares cerrados está prohibido el uso de escopeta.
El policía de Córdoba tarda 3 ó 4 segundos en desenfundar el arma. En un contexto de poca iluminación donde hay agresiones, verbales u otras, tienen que correrlo 10 metros y llamar a otros policías.
La formación de los policías es limitada, no salen a correr porque no tienen tiempo. Les hemos bajado la exigencia para que la policía de Córdoba apruebe. Antes todos reprobaban. Les decimos que corran hasta 10 metros. Están flojos en conducir vehículos policiales, no hay pista de práctica. El 99 % no tiene idea de defensa personal. Se enseñan técnicas de agarre y traslado. El 60 % reprueba el examen de tiro. Cuando vuelve de una situación no sabe expresar qué le paso.
Participó en la elaboración del protocolo, que fue una recopilación de normas que ya existían. Los policías no tienen otro elemento alternativo al arma letal.
Cuando se usa el término sara o saro es para referirse a un sujeto revoltoso o no.
Ya no da clases porque fue pasado a retiro por la causa de la muerte de una persona con problemas mentales en una comisaría de La Falda. Y eso le quitó la posibilidad de gestión. El 12 de julio de 2022 pasó a retiro.
La fiscal le pregunta porque cambió el tiempo de formación a partir de esta causa. Dice que cambió toda la cúpula de la policía y le dijeron a él que la formación se aumentaría a 3 años. Se llevó a 3 años de formación firmado por Mosquera y Grahovac.
El oficial ante una situación en la calle tiene que tener el doble de paciencia que antes. Le pregunta si el stress afecta. Dice que sí.
Un defensor intenta plantear la hipótesis de 15 jóvenes con piedras y botellas frente a 5 policías. Contesta que uno sólo puede ser letal. Le preguntan qué significa un disparo disuasivo. Contesta que están prohibidos. Pero dice que él lo haría porque está riesgoso. Sería un tiro al aire.
Le preguntan cómo debe actuar la policía ante chicos en una plaza tomando, en el interior. Contesta que tratar de acercarse y dialogar, decirle que se vayan a su casa.
Le preguntan cuánto tiempo de formación tuvo la camada de 2019, dijo: entre 9 y 11 meses. Le preguntan si los que se formaban en 9, 6, 2 ó 1 meses se le entregaba un arma. Y dice que sí.
La fiscal le pregunta si pasó algún tumulto y se resolvió, si se tiene que comunicar. Dice que sí, al superior inmediato. Le pregunta si tiene que avisar a la fiscalía y quién tiene que hacerlo. Dice que sí, si sabe a quién y si tiene los medios para hacerlo. Le pregunta si se inicia un proceso administrativo a los seis acusados. Está la oficina de investigación, pero es un cartel sin contenido.
La fiscal pide un informe si hay acciones administrativas en la policía hacia estos seis acusados. Un defensor dice que el sumario administrativo se basa en la investigación de la fiscalía. La fiscal dice que la policía hace su propia investigación. Pasan a un cuarto intermedio para resolverlo.
Resuelven darle lugar, con oposición del defensor Videla.
Juicio por Joaquín Paredes día 8: testimonios de peritos y acusación conjunta de homicidio para los imputados
Compartimos la síntesis elaborada en trabajo colaborativo entre las distintas organizaciones sociales, feministas y de derechos humanos de la región que acompañan a la familia de Joaquín.
Audiencia 8. Jueves 3 de agosto de 2023
La querella solicita que los testigos de la prueba interdisciplinar estén juntos en la sala. El tribunal prefiere primero de manera individual. Y luego, si hay necesidad que se junten.
El primer testimonio es de la arquitecta perito interviniente-Carina Joroks-quien trabaja en policía judicial y es Coordinadora del Centro de Estudios Interdisciplinario: No conoce a los imputados. La profesional pide testimoniar con todos los profesionales juntos.
Fue comisionada para producir la pericia en 2021, que consta de dos partes: una escrita y otra con 22 láminas. Participaron expertos en medicina, criminalística, balística, imágenes satelitales para operar el dron y se realizó un escaneo para tomar con mayor precisión medidas.
Tuvieron en cuenta todos los informes de la policía judicial. Hicieron reuniones donde todos aportan, a partir de la relación que tienen las partes. Si hay alguna consulta puntual se encarga el profesional correspondiente. Hicieron observación, análisis, la comprobación y la corroboración de análisis de medición. Volvieron con el escáner para unir los dos escenarios involucrados. El método es hipotético analítico.
En la sala espejo no pueden observar las láminas.
Explica que ella grafica y puede explicar, pero necesita al profesional de balística para explicar el por qué.
La primera lámina es el mapa general.
Lámina 2: marca la distancia desde la comisaria hasta el dispensario -300 mts.-, indica la antena.
Lámina 3: zona del dispensario, están marcados con puntos los límites del alambrado y las viviendas, con solo dos entradas a la derecha de la antena una entre la radio y el dispensario. En naranja solo donde pueden moverse.
Lámina 4: líneas marcadas hacia los referidos 6 tensores de la antena y otros puntos que refieren al alambrado del predio. Se muestra donde cae Joaquín. Otras líneas blancas donde se marca el sector hacia donde corría Joaquín.
Lámina 5: incorpora información testimonial de los jóvenes, se grafica dónde estaban los chicos y desde donde se levantan las vainas.
Lámina 6: visual desde la casa de la testigo Farías, muestra la ventanita muy chica desde donde observa.
Lámina 8: otros ángulos desde la antena hasta donde cae el cuerpo del menor.
Lámina 10: sector frente a la comisaria, calle dividida con árboles (aclara Orosz que son árboles que fueron cortados) y que el impacto que tomó el equipo técnico en la puerta del kiosco y en los arboles también se encontró en los árboles.
Lámina 12: árbol número 8 tenía impactos.
Lámina 14: análisis de disparos: del árbol y de la puerta del kiosco a la altura de 1.20msts.
En la Lámina 15: árbol número 8, con impactos y distancia hasta el juzgado, que es de 22mts.
Lámina 16: informe del equipo técnico en el lugar del hecho en el momento del hecho. El árbol n° 3 los disparos son a 1.40mts.
Lámina 17: los disparos coinciden con los disparos de los árboles y la puerta. Marcaron 6 impactos.
Lámina 18: incrustación de perdigones y/o marcas desde diferentes medidas.
Se solicita permiso para que las querellantes no estén presentes debido a la sensibilidad de lo que se está por mostrar. Se hace lugar también a que los 4 profesionales restantes ingresen de manera conjunta.
Ingresan peritos
Balística: Galeone. Prado, doctor de medicina legal. Técnica diseñadora: Esperareti Romina: colaboradora, es quien aclara dudas. Criminalística: Mesa, su tarea es establecer la estructura del informe policial, cuestión logística de la pericia.
Las pericias interdisciplinarias son desde diferentes disciplinas por lo que cuentan primero con los informes técnicos más lo que se pueda solicitar.
En esta pericia consta acta de intervención- acta de 2020, cinco días después del hecho- suscripta por el sargento Ruarte Sebastián, de este relevamiento se advirtió o constató la zona donde estaba delimitada. En algunos lugares donde sucedieron los hechos no habían sido vallados.
Explican que no participan del secuestro de armas. Se realizaron pruebas experimentales y material testigo de las armas utilizadas para comprobar si las vainas encontradas fueron disparadas.
Para peritar les entregaron 27 vainas 9mm y cartuchos calibre 12/70, que eran vainas servidas. Material analizado junto con las armas.
En función del material (vainas y proyectiles explica componentes de una bala) de cada arma sospechosa se recuperan 3 elementos de cada arma como material testigo para comparar en microscopio con el material que se encontró. Esto significa que cada arma deja marcas distintivas a pesar de que sean de armas del mismo calibre y camada. No hay dos armas que provoquen las mismas marcas.
Las armas -según el informe previo- habían sido disparadas. Recibieron cargadores que pertenecen a distintas marcas, entre ellos funcionan según modelos de armas. De las 27 vainas recibidas, 25 fueron del arma n 2 según el informe anterior que no coincide con el resultado de estas conclusiones.
Las tres partes del informe son: la parte inicial los informes técnicos iniciales, luego los informes de la pericia interdisciplinar para luego llegar a las conclusiones.
Todos los elementos relacionados con balística se volvieron a peritar. Respecto a las armas recibidas: la cadena de custodio fue garantizada.
Arma 1: coinciden 7 vainas servidas que le pertenecen.
Arma 2: coinciden 7 vainas.
Arma 3: coinciden 2 vainas.
Arma 4: coincide 1 vaina.
Arma 5: coinciden10 vainas.
Arma 6: Tauro TT 917.
Arma 7 escopeta: coincide 1 vaina.
En primera instancia cada una de estas armas fue fotografiada, se identifica y se recupera el material testigo y se compara con macroscopio forense último en tecnología moderna.
Respecto al vehículo móvil Amarok: tiene impacto compatible con 9mm
Medicina legal responde sobre la causa de muerte de Joaquín: La causa es lesión cardiaca y pulmonar producida por un proyectil, no atraviesa el esternón por la carga / fuerza del proyectil no fue suficiente, fue producto de una recarga. El proyectil es de punta chata. Ingreso limpio sin haber atravesado algún otro cuerpo, sin rebote. Encuentran hallazgos que permiten concluir que la herida se produjo en vida. Fue un disparo directo.
Está corroborado que esa bala que mató a Joaquín, no ingresa al brazo de Brian, o en otro lado, ya que se hubiera deformado el proyectil y se hubiese ensuciado con partes del hueso quebrado. En el cuerpo de Joaquín el proyectil ingresa por la espalda, de abajo hacia arriba.
El impacto de Brian fue producido desde atrás hacia adelante, solo un impacto, compatible con calibre grande.
¿A qué distancia queda la vaina servida? “Esto varia: entre 1 metro y medio hasta 4 mts y medio, depende del arma, de la munición”.
La herida que recibe la víctima -por el grado de lesión- no muere instantáneamente, puede llegar a tener algún movimiento, pero la herida pulmonar por el tamaño, provoca un desangrado interno.
La Fiscal Pochettino, teniendo en cuenta todos los testimonios, plantea lo siguiente, donde describe lo que ocurrió aquella noche del 25 de octubre de 2020.
Expresa que los policías se dirigieron al sector donde estaban los chicos, con la excusa de las restricciones vigentes por el COVID-19. Simultáneamente se desarrollaban otras reuniones de personas con similares características, que no controlaban. Una vez allí, procedieron a ubicar sus móviles estratégicamente, estacionando al frente del dispensario. Ya en el lugar, los cinco policías descendieron de los rodados, con la finalidad de provocar a los jóvenes. Los jóvenes-antes de la exhibición del arma de fuego-comenzaron a discutir con los policías. Esta actitud provocativa y hostil de parte de los agentes, en contra de los jóvenes que se encontraban desarmados e indefensos, provocó que les manifestaran que “no podían actuar de ese modo, que había menores en el lugar”. Hay referencia a que minutos antes llegó a ese lugar donde estaba en este grupo de jóvenes, otro grupo de siete, donde estaba Joaquín. Momento en el cual un policía, efectuó al menos uno o dos disparos al aire con cartucho anti-tumulto. En dicho momento y producto de la actitud del agente, algunos de los jóvenes asustados, tratando de defenderse, arrojaron piedras, con la intención de que no dispararan más. En esas circunstancias, los policías terminaron la operación, pero el agente Mikael López e Iván Luna, se ubicaron al lado de la camioneta con sus armas desenfundadas, en posición de disparo, apuntando al grupo que se encontraba frente a ellos. Momento en que se ponen tácticamente de acuerdo entre ambos, haciendo abuso de su condición de miembro de la Fuerza de Seguridad, sin respetar el principio del uso de armas, que según la ley: sólo debe ser utilizada como último recurso. Dispararon al menos siete disparos, con conocimiento de que eran acciones idóneas para provocar siete muertes.
Ante el primer disparo, los jóvenes comenzaron a correr, tratando de huir del lugar. Uno de los disparos, impactó en el cuerpo -por la espalda- de un joven, quien se encontraba huyendo a una distancia de 18-72 metros aproximadamente, produciéndole casi inmediatamente la muerte con lesiones irreversibles en los órganos nobles: corazón y pulmones. Otro de los impactos efectuados por los policías fue por detrás, en el brazo de Brian, quien se encontraba huyendo, que no le produjo la muerte por circunstancias ajenas a la voluntad de los efectivos policiales. Dicho impacto le provocó la fractura del hueso, en el sector medio del brazo. Las víctimas se encontraron corriendo y el movimiento de éstas dificultaba la precisión de puntería, sumado a la posición física que adquirieron algunos de los nombrados para protegerse y cuidarse del cuerpo tierra.
Varios policías participaron con su conducta y permitieron con sus aportes una rápida huida del lugar de quienes habían disparado con armas de fuego. Todos abandonaron el lugar. En la puerta de su comisaría, los cinco se pusieron de acuerdo en lo que dirían.
La fiscal dice que-por todos los hechos expuestos pide para los imputados: Enzo Alvarado, Jorge Luis Gómez, Mikael López, Iván Luna y Ronald Fernández Aliendro, como participes necesarios del homicidio calificado, por haber sido cometido en abuso de sus funciones por un miembro de la fuerza policial en perjuicio de Joaquín Paredes y homicidio calificado por haber sido cometido en abuso de sus funciones por un miembro de la fuerza policial en grado de tentativa reiterado.
Después esgrime la imputación para Sosa Gallardo: En la localidad de Paso Viejo, en un horario que no se ha podido establecer con exactitud, pero que se daría con realidad entre las 2 y 20 horas del día 25 de octubre del año 2020 y las 3 y 15 del mismo día. En dicha ocasión, había varios grupos de jóvenes de entre 14 y 20 años que estaban tomando, sin generar disturbios. Los policías descendieron del vehículo y particularmente se asentó un grupo de 8 jóvenes, que eran aproximadamente, que estaban sentados sobre una de las esquinas de la casa, más cerca de la comisaría -eran siete jóvenes, con quienes tuvieron un contacto más tarde. En la ocasión, le dijeron que no podían estar bebiendo en ese lugar y les solicitaron que se retiraran del lugar. En dicho momento, el subcomisario Sosa, para intimidar a los jóvenes, tomó de manos de otro agente un arma larga y tras consultar a su subordinado si estaba cargada, procedió a efectuar un movimiento como de carga, con la intención de causarles temor y alarma, a su vez apuntándoles a todos los presentes. Le solicitó que se retiren, diciéndoles, váyanse de acá. Acción que le provocó temor a las víctimas. Por este motivo la fiscal lo halla autor responsable del delito de amenaza calificada por el uso de arma de fuego.
El día viernes se realizará la inspección ocular del hecho en la localidad de Paso Viejo.
“Encerraron a los niños para matarlos”
Concluyó la segunda semana de audiencias en el juicio por el homicidio de Joaquín Paredes que tiene a seis policías imputados. Con la declaración de diez testigos y peritos, la semana terminó con una inspección ocular en la localidad de Paso Viejo. Los alegatos y la sentencia están previstos para los días 14 y 15 de agosto.
Durante la semana pasada, los testimonios dieron cuenta del hostigamiento y la violencia institucional que antecede al crimen de Joaquín. “Como comunidad necesitamos que hagan justicia. Me sentí perseguida. Móviles de la policía se estacionaban frente a mi casa. Me corrían de la plaza, había otra gente en la plaza, pero me corrían a mí”, expresa Anabella Reynoso, quien en la madrugada del 25 de octubre estaba en la plaza de Paso Viejo.
“Encerraron a los niños para matarlos”, dice en la misma audiencia del día martes, Gloria Isabel Farías, quien vive enfrente del lugar del hecho. “Nadie te prepara para una cosa así”, agrega sabiendo que a cualquiera de sus nietos, Josué y Benjamín, les podría haber pasado lo mismo. Gloria pide justicia. Lo declama en esa sala de audiencias, recuerda que en mayo de 2020, Benjamín y Joaquín habían sido interceptados por la policía Sandra Yanicelli, junto con tres policías más. Les revisaron la mochila y les apuntaron con las armas. Gloria insiste en que se llegue a la verdad, siente la necesidad de que los jóvenes vuelvan a caminar en paz.
La madrugada del 25, uno de los hijos de Romina Rodríguez le escribe a su celular. Ella no lo lee, hasta que le suena el teléfono y otro de sus hijos, le dice llorando que habían matado a Joaquín. Romina, no lo puede creer. En la audiencia repasa, como una vez los corrieron a tiros en medio del campo. Da cuenta de la persecución previa, pero igual, Romina no lo puede creer: “No sé si nos persiguen por ser pobres, por ser negros o porque hasta tuvieron que desmontar para hacer una canchita y poder jugar sin que los molesten”.
Romina tenía un vecino que se suicidó en enero. “Lo vivían maltratando. Los allanan, se llevan sus ropas que se compran trabajando en el campo. Muchos chicos dejaron la escuela para ir a trabajar, no saben leer ni escribir”. El hostigamiento policial, aclara es “desde antes y después, porque somos pobres, porque la policía por tener un uniforme y un arma se cree superior”.
Todos y todas lo saben en el pueblo. La arbitrariedad policial es una forma de vincularse con la juventud. A Paola Navarro, la mamá de Brian, herido en el brazo durante la balacera, le allanaron nueve veces su casa, “sin orden de la Fiscalía”, expone Maribel Paredes, la tía de Joaquín, quien asegura que Paola fue a tribunales y eso fue lo que le respondieron.
Carlos Julio Sánchez, es un ex sacerdote que vive en Serrezuela, integra el Movimiento Campesino, es docente y en Paso Viejo ha brindado talleres educativos. Conoce a lxs jóvenes del lugar. Sabe sus historias: “dejaban su infancia y se iban a trabajar”, declara el miércoles y dice que cuando llegó a la zona no había escuela secundaria y se iban en familia a trabajar. “Siguen siendo trabajadores. La falta de tierra y empleo hace que el trabajo escasee”. Carlos explica que no hay tierras propias, que trabajan para los demás y que desde el año 2000 “aprendieron a ser estudiantes”.
“Aparte de ser trabajadores y estudiantes, son personas que tratan de pasar de la infancia a la adultez, con brechas y normas que no los escuchan. (…) En cuestión de tensiones la situación se resuelve a favor del más fuerte, la prueba de esto es el cuerpo abandonado de Joaquín y el de Diego Chambi (un joven que se quitó la vida, antes del 2020)”.
El 99% de los encuentros entre jóvenes y policías en Paso Viejo, ha sido de manera violenta, explica en su testimonio el psicólogo Héctor Valenzuela. Hace dos años acompaña a los chicos de Paso Viejo, desde el centro Ulloa, que es un dispositivo de la Secretaria de Derechos Humanos y Justicia de la Nación, creado en el año 2010 nucleado por distintas instituciones para asistir a víctimas de violencias institucionales.
“Los chicos naturalizan la violencia. El sistema los lleva a naturalizar estas situaciones, ya que, si pasó una vez y no se sancionó, hay muchas posibilidades de que vuelva a suceder”, dice Héctor y agrega que “denunciaron y eran los mismos que después los hostigaban. Si no hay sanción, los jóvenes pierden el respeto porque no son respetados, y peor aún, porque son maltratados. Es el Estado quien debe garantizar el respeto mutuo”.
El impacto del crimen de Joaquín es una llaga en la vida de los jóvenes de Paso Viejo. “Hay chicos con pesadillas, problemas gastrointestinales. Tres chicos lo han especificado, aunque son más quienes quieren irse con Joaco. Hoy ya no lo dicen, hoy ya no quieren suicidarse, ya no se les pasa por la cabeza irse con su amigo”, declara Héctor dando cuenta del proceso emocional de la juventud, que queda muchas veces por fuera de los análisis del mundo adulto y no entra en los tecnicismos de la justicia.
En ese ida y vuelta de asimetrías, la defensa, busca estrategias que refuerzan -una vez más- los estereotipos que oprimen, pregunta por la frase: “nunca gorra siempre visera”, algo que ya se le había preguntado a uno de los jóvenes que dio testimonio. “Es de larga data, del Código de Faltas transformado en Código de Convivencia, donde se decía que no se podía usar socialmente la gorra, pero la institución policial sí”, contesta Héctor.
En estos dos años, el testigo asegura que sólo vio llorar a un joven, pero que a todos -sin excepción- después de salir de la sala de audiencias, los vio llorar. “Los indicadores emocionales son bronca y miedo. Miedo a los policías, miedo a los uniformes y un fuerte efecto de ciertos símbolos”.
Después del asesinato de Joaquín, la formación policial en la policía de Córdoba, pasó de catorce meses a tres años y cambió toda la cúpula de la institución. “El 99 % no tiene idea de defensa personal y el 60 % reprueba el examen de tiro y cuando vuelve de una situación no sabe expresar qué le paso”, dice Julio Farías, comisario general retirado, creador del protocolo policial del año 2020, quien manifiesta que la formación de los policías es limitada, “no salen a correr porque no tienen tiempo. Les hemos bajado la exigencia para que la policía de Córdoba apruebe. Antes todos reprobaban”.
El peritaje y la nueva acusación de la fiscal: fueron todos
El día jueves un equipo interdisciplinario de peritos despliega dieciocho láminas. Hay imágenes del lugar, se constatan los impactos de balas en árboles, la incrustación de perdigones, las marcas y sus medidas, las pruebas objetivas de la balacera: encuentran hallazgos que permiten concluir que la herida en Joaquín se produjo en vida, que fue un disparo directo, y que esa bala que lo mató, no ingresa al brazo de Brian, o en otro lado.
La jornada del día jueves está llegando a su final. Es el turno de la Fiscal Pochettino, quien en su alegato va a repasar pruebas y testimonios para hacer un cambio en la imputación de los acusados, que permite pedir la prisión perpetua para cuatro policías más. De este modo, considera que los imputados: Enzo Alvarado, Jorge Luis Gómez, Mikael López, Iván Luna y Ronald Fernández Aliendro, fueron partícipes necesarios del homicidio calificado, por haber sido cometido en abuso de sus funciones por un miembro de la fuerza policial en perjuicio de Joaquín Paredes y homicidio calificado por haber sido cometido en abuso de sus funciones por un miembro de la fuerza policial en grado de tentativa reiterado. Mientras que a Sosa Gallardo, el sexto policía imputado, la fiscal lo halla autor responsable del delito de amenaza calificada por el uso de arma de fuego.
La semana termina en Paso Viejo. Es viernes. Un grupo de jóvenes, familiares, vecinxs y organizaciones que acompañan este pedido de justicia, son un silencio incómodo, de labios quietos, distantes. Por delante, el tribunal, trasladado al pueblo, recorre sus calles. Observa en esa inspección ocular lo que pasó hace casi tres años atrás. Se mueve con atención, en bloque. Rememora los días anteriores. Los árboles perforados. Las puertas que no se abrieron. Las calles de tierra, casi sin piedras. La comisaría, la plaza, el dispensario, el terreno con los ojos de Joaquín: la evidencia. Algo de esa forma que no pudo tomar el olvido, la forma de lo que se encubre.
Falta menos. Los alegatos están previstos para el lunes 14 de agosto, la sentencia para el 15.
Causa Joaquín Paredes: a días de la sentencia
El juicio por el homicidio de Joaquín Paredes en los tribunales de Cruz del Eje, está llegando a su final. Los informes periciales fueron determinantes para demostrar que todos los policías dispararon, siendo partícipes necesarios en el crimen, como alegó la Fiscal Pochettino. En diálogo con “Una Radio muchas Voces”, Ivana Reynoso, integrante del Colectivo Justicia por Joaquín, aseguró que Paso Viejo es un pueblo sobreviviente.
Según datos de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), 436 personas fueron asesinadas en la Argentina durante el 2022. Desde el regreso de la democracia, hasta el año pasado, la organización contabilizó 8.701 personas asesinadas por la violencia institucional en nuestro país. Del total de las víctimas históricas por violencia institucional, un 61% tienen menos de 35 años. El 76,15% de los casos se concentran en la ciudad de Buenos Aires, las provincias de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires.
En este marco, el juicio que se está llevando a cabo en los Tribunales de Cruz del Eje, es clave para demostrar que la represión policial contra los jóvenes, no es un hecho aislado, sino parte de un modus operandi y una cultura policial que se repite a lo largo y a lo ancho del país. “Buscamos un cambio en el accionar de la fuerza policial, porque sabemos que Joaquín no fue el primero ni el último que mató la policía. Pedimos y exigimos una condena que esté a la altura de la masacre que hubo en Paso Viejo el 25 de octubre del 2020, más allá de que Joaquín hubiese sido la única víctima fatal, hubieron dos de sus amigos que fueron heridos -Bryan y Jorge-, y se dispararon más de 100 balas, por lo que muchas veces decimos que Paso Viejo es un pueblo sobreviviente”, admitió Ivana Reynoso, quien además de integrar el Colectivo de Justicia, es mamá de uno de los jóvenes del grupo de amigos de Joaquín.
A lo largo de dos semanas de audiencias, todos los abogados de los policías imputados intentaron profundizar en la estigmatización de los jóvenes. “La estrategia de la defensa fue macabra, tratando de ensuciar a los chicos, a la familia, a la comunidad”, dijo Ivana en la entrevista radial y agregó que el juicio tiene que ser muy importante para saber cómo se trata a las víctimas. Después de casi tres años de espera, quedó demostrado cómo el Poder Judicial no pudo estar a la altura de los testimonios de las víctimas sobrevivientes que vienen de un pequeño pueblo, quienes muchos debieron dejar la escuela para trabajar, “que no son el estereotipo de adolescentes que usan las redes, que es extrovertido, sino todo lo contrario”, manifestó Ivana haciendo hincapié en la falta de profesionales en este escenario judicial que muchas veces resultó intimidatorio para quienes tuvieron que revivir el trauma de aquella noche donde perdieron un amigo, temieron por sus propias vidas y las instituciones locales les dieron la espalda.
“Necesitamos que sea un cambio. Un antes y un después. No solamente en la conducta de la policía, sino en la del Poder Judicial preparado para los sobrevivientes de la violencia estatal”.
Las pericias y el giro final
Durante la séptima audiencia, los informes de los y las peritos fueron determinantes para demostrar la intencionalidad de matar en el accionar policial, y la participación de todos los policías imputados, durante la madrugada del 25 de octubre de 2020. “Hay algo que no ha tenido mucha repercusión, pero que pudimos entender en esa audiencia”, aseguró Ivana y explicó que el primer peritaje lo hace la institucional policial -una vez más la policía que se investiga a sí misma- y presentó como evidencia sólo 27 vainas del centenar que se encontraron, y que 25 de ellas correspondían al arma de Maykel Mercedes López, el único imputado preso.
“Este nuevo peritaje dio cuenta que todas las armas fueron disparadas esa noche. No nombraron a quién pertenecía cada arma, pero sí que uno disparó diez veces, otro siete, otro quince, o sea que hubo por parte del primer peritaje una intención de encubrir, de tirarle todo el fardo a uno, y no dar cuenta de lo que realmente pasó: que fueron con una acción premeditada a bajarse y disparar como lo hicieron contra un grupo de pibes de entre 14 y 21 años”.
En la reconstrucción de los hechos, hay una primera instancia donde la policía acude a la plaza porque había jóvenes alrededor de las 2 AM y son amenazados para que se vayan. Dos horas después, el desenlace con dos momentos clave: el primero cuando lo matan a Joaquín -apenas unos instantes después de haber llegado al dispensario con un grupo de amigos- y el segundo cuando los chicos fueron a pedir ayuda para su amigo convaleciente, y la respuesta fue más disparos: “son dos balaceras distintas, aclaró Ivana, y en ningún momento nadie de los policías que están involucrados hizo algo para frenarla, nadie dijo paremos esto. Al contrario, todos son partícipes necesarios para que esta locura haya sucedido en un pueblo tan pequeño como es Paso Viejo. Los peritos dejaron clarísimo esto. En algún momento quisieron demostrar que esto había sido un enfrentamiento con palos, picos, botellas, nada de eso se encontró”.
De la misma manera, la inspección ocular en Paso Viejo, siguió esos momentos que hacen a la cronología de la investigación. Fueron a la plaza del pueblo, luego al terreno del dispensario y a la comisaría donde ante el reclamo de la comunidad, la policía continuó disparando.
“Los chicos fueron claros en sus testimonios. No iniciaron ningún tipo de gresca, de enfrentamiento. Sí hubieron vidrios rotos, pero eso fue después de que mataran a Joaquín en la desesperación para que abriesen el dispensario”, explicó Ivana y confirmó que Joaquín cayó a 8 metros de la sala de salud, la única que hay en Paso Viejo. “Los chicos intentaban que alguien los ayude para salvar a su amigo”.
Otro de los aspectos de los informes periciales confirmó que Joaquín no tenía posibilidades de salvarse, ya que la bala entró por la espalda, pasó primero por los pulmones y quedó alojada en su corazón. “No tenía ninguna chance, por supuesto eso sus amigos no lo sabían, ellos desesperados sí pudieron romper unos vidrios, que al otro día estuvieron repuestos”.
Con los peritajes, también cayó la teoría de la defensa de Maykel Mercedes López, que decía que la bala que hirió a Bryan, había matado a Joaquín. Quedó demostrado que fueron dos balas distintas: “Bryan corre hacia una de las calles y Joaquín hacia la contraria”.
Así, en la audiencia previa a la inspección ocular, y luego del informe de las y los peritos, la fiscal Fabiana Pochettino reformuló la calificación del delito, que tenía sólo detenido a Maykel Mercedes López, como autor del disparo mortal. La fiscal agravó la situación procesal del resto de los imputados que permite pedir la prisión perpetua para cuatro policías más y en su alegato estableció que los cinco policías: Enzo Alvarado, Jorge Luis Gómez, Maykel López, Iván Luna y Ronald Fernández Aliendro, fueron partícipes necesarios del homicidio calificado, por haber sido cometido en abuso de sus funciones por un miembro de la fuerza policial en perjuicio de Joaquín Paredes y homicidio calificado por haber sido cometido en abuso de sus funciones por un miembro de la fuerza policial en grado de tentativa reiterado. Mientras que el sub comisario Sosa Gallardo quedó con la imputación por el delio de amenaza calificada por el uso de arma de fuego. Hasta esa audiencia, la imputación para todos menos para López, residía en el “abuso de armas agravado por la función policial”.
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Esa noche del 25 de octubre del 2020, pudieron haber sido todos. El miedo queda latente en un pequeño pueblo de mil habitantes. En este cambio de imputación la fiscal incluyó como víctimas a los catorce pibes que estuvieron esa madrugada. “Nos parece importante visibilizarlo, nos da un poco más de esperanza y es como se los tendría que haber tratado desde un principio, como sobrevivientes, porque ellos también son víctimas”, concluyó Ivana.
Juicio por Joaquín Paredes: alegatos
Compartimos la síntesis elaborada en trabajo colaborativo entre las distintas organizaciones sociales, feministas y de derechos humanos de la región que acompañan a la familia de Joaquín.
Audiencia del lunes 14 de agosto
A las 9.40 comenzó el juicio con un último testimonio de una mujer que antes no pudo declarar.
Graciela Arias vive a dos cuadras de donde ocurrieron los hechos, pero la despertó el “tumulto” y se levantó y salió a preguntar qué pasaba. Vio que a alguien le pegaban, era un policía al que le pegaban unos chicos, a los que retó para que lo soltaran. Un abogado defensor le preguntó si sabía si los jóvenes solían estar armados, dijo que no pero a la vez amplió que desde hace 24 años vive en La Rioja y viene cada quince días a ver a su madre que es mayor. Su testimonio no fue relevante por lo que a los treinta minutos había finalizado.
El presidente del tribunal pregunta a los imputados si quieren decir algo y todos contestan que “se remiten a lo ya declarado”.
Después de un cuarto intermedio comienza el alegato de la fiscal que instruyó la causa: Fabiana Pochettino. Contextualiza el hecho ocurrido en pandemia, cuando seguían aun las restricciones. Ella se trasladó a Paso Viejo y desde esa misma mañana del 25 de octubre de 2020 comenzó a tomar testimonios.
Desmenuza el hecho en forma cronológica ubicando en espacios lo que ocurrió. Así se refirió a la plaza donde el subcomisario Sosa Gallardo, en ocasión de controlar el respeto a las restricciones se acercó con otros agentes a siete jóvenes que estaban en la plaza y mediante una ostentación de intimidación, baja del móvil policial con un arma y parece cargarla cuando les dice a los jóvenes “que se vayan”. Sosa Gallardo dijo en su declaración que estaba “controlando’ el arma: a lo que la fiscal comenta: “curioso lugar para controlar el arma”, además que los expertos expusieron que tal control se hace en un lugar seguro, nunca ante grupo de personas, por el peligro que implica. Pero aquí el móvil de Sosa Gallardo era intimidar, amenazar, por lo que se puede deducir que no era la primera vez que lo hacía.
La fiscal demuestra que a través de los celulares de los imputados tuvieron mucha información. Por ejemplo: que a las 3.25 Alvarado avisó a su cuñado que “váyanse de ahí porque vienen móviles de Soto, que no se hagan meter presos”. A las 3.29 Alvarado vuelve a avisar a su cuñado, lo que habla de la premeditación de lo que se hizo.
El segundo momento la fiscal lo ubica en el dispensario, donde se corrieron los jóvenes luego de ser amenazados en la plaza. Ahí se comprueba que los policías dicen que volvieron a ordenar que se retiren del lugar los jóvenes porque hubo un llamado al 101, solo que se comprobó que a ese número no llamó nadie entre las 12 hs y las 9 del otro día, por lo que se descarta el motivo de “que alguien les pidió que intervengan porque había disturbios en Paso Viejo”.
A las 4.18 se pide colaboración a Solo. ¿Piden tres móviles policiales para “retar a siete jóvenes?”. Usaron como excusa el Covid, pero no pusieron orden en otras personas que había en la plaza, ni en quienes festejaban un cumpleaños, ni en el kiosco El lobo de Bustos, donde se seguía vendiendo bebida alcohólica. No era a lo que iban, porque en los mensajes de WhatsApp los policías decían “que iban a correr a las ratas’, en otra ocasión hablaron “de salir a cazar saros’, por lo que se comienza a pensar en premeditación: provocar a los jóvenes para que cuando respondan, tener motivo para castigarlos, en este caso: dispararles.
La fiscal también deconstruyó la declaración de los imputados que se refirieron a que tiraron un tiro al aire para disuadir. Los expertos aseguraron que un tiro al aire no se enseña que sea para disuadir, por lo peligroso. Que dispararon porque se sintieron en riesgo, porque los jóvenes les tiraban piedras y los hirieron. En los informes médicos ningún policía tenía golpe ni herida. Se comprobó que los jóvenes arrojaron piedras cuando en el dispensario no les ayudaron cuando ya Joaquin estaba herido y luego en la comisaria por el mismo motivo. Los policías mintieron que hubo una “lluvia de piedras”: en las fotos de los móviles policiales, solo uno tiene un vidrio roto y un bollo en una puerta. Dispararon a matar a más jóvenes con las balas que dispararon y por una cuestión fortuita no lo hicieron.
La fiscal comparte los mensajes de Sosa Gallardo con su superior Romera sobre lo ocurrido esa noche. La balacera fue a las 4.30 y recién a las 5.52 ese superior se entera que hay una persona muerta. Sosa Gallardo le dice que hubo una detonación y que por eso dispararon. Como hacía dos meses había ocurrido lo de Blas Correas, Romero le dice a Sosa Gallardo: “no inventemos nada, no plantemos nada, dejemos las cosas como están” (porque hubo intención de plantar un arma en la escena: con un disparo de arma reglamentaria sobre una puerta de uno de los móviles).
Por todo lo expuesto la fiscal pide prisión perpetua para los cinco policías y le solicita al Jurado Popular que no todo es lo mismo, que aquí no estamos juzgando a la institución policial, sino a policías que cometieron delito y el mensaje debe ser para la sociedad: la fiscal dijo «el caso Blas Correas cambió la policía en la capital, que este caso cambie la policía en el interior, porque no todo la lo mismo.»
El siguiente alegato lo dio el abogado querellante de la familia de Joaquín: Claudio Orosz, quien estuvo de acuerdo en todo lo que fundamentó la fiscal y en la condena que ella solicitó y se dedicó a desmenuzar la declaración de cada imputado donde hablaron de “que actuaron porque los llamaron, porque había disturbios’. La policía sabe que ante la palabra “disturbio” se llama a infantería. Hablan de que sufrieron lesiones en sus cuerpos por las piedras: los informes médicos desmienten esa declaración. Mintieron al decir que les destruyeron la Amarok a piedrazos y hay una foto que los desdice. Queda claro que aquí Sosa Gallardo tenia una historia de vieja data con uno de los jóvenes, al que llaman Voltillo, quien ha perdido la audición de un oído por los golpes de Sosa Gallardo en otra oportunidad, por lo que el querellante expone que este subcomisario es el autor intelectual de la balacera, solo que no estuvo en el hecho, agitó a otros para que lo hicieran.
Orosz también propone al Jurado Popular que se acuse de falso testimonio a una de las testigos porque “mancilló el honor de Joaquín al decir que le había pegado a su abuelo’. También se explayó sobre la alteración de la escena del crimen, que no se valló hasta las 10 de la mañana.
Inmediatamente continúa el alegato Ramiro Fresneda, querellante junto a Orosz de la familia de Joaquín. Expuso que el motivo de esta intervención policial se centró en el no respeto a las restricciones por la pandemia, pero el objetivo era amedrentar a siete jóvenes, sino no se explica cómo llegaron tres móviles policiales al lugar. Cuestiona Fresneda la pregunta que hizo un defensor a una testigo: ¿cómo esta Paso Viejo luego de este hecho?: justificando la represión cuando le contestaron que los chicos ya no se juntaban. Enumera lo que hubo en este hecho: violencia institucional, alteración de la escena del crimen, amenaza, disparo disuasivo que no debe hacerse, apuntaron a matar, no intervinieron los policías para impedir este delito y asevera que hubo mucho miedo de los testigos siendo el daño a los jóvenes “inconmensurable”.
A las 16.20 comienza el alegato del abogado querellante de Brian, el joven herido en el brazo, que dura veinte minutos porque coincide con lo que expuso la fiscal y los dos colegas que lo antecedieron, pidiendo la misma pena.
Por último, alega el defensor de menores del Poder Judicial -Illia- quien expone que no se tiene en cuenta en los juicios que involucran a menores, a los asesores letrados que hay, porque debe haber “perspectiva de infancia” y sin decirlo directamente, entendimos que este tribunal no lo convocó, siendo que es un asesor letrado para estos casos. Debió presentarse él mismo “y tocar el timbre’ para poder ser parte de lo que debe tenerse en cuenta cuando hay menores en un juicio como es este.
Este martes 15 de agosto continuaron los alegatos de los defensores de los imputados, desde las 9 de la mañana.