Por María Eugenia Marengo para CDM Noticias.
Un nuevo 8 de marzo llenó las calles del país y del mundo. En un contexto de crisis y ajustes por parte del gobierno de Javier Milei, en cada rincón se escuchó con fuerza el repudio: NI UN AJUSTE MÁS NI UN DERECHO MENOS!!!
Eran las cinco y media de la tarde y las primeras compañeras llegaban con carteles, bombos, tambores, pinturas. Rondas y encuentros. Abrazos y palabras sanaban los dolores crecientes.
La respuesta fue en la calle: en la comisaría, donde las escobas barrieron la impunidad, la complicidad, la violencia y la corrupción. En las cinco esquinas, donde la danza se hizo vuelo mientras las voces repudiaron la falta de presupuesto local para políticas públicas eficientes e integrales.
A lo lejos, a la calle le resonó un latido. Fue su corazón legüero el que hizo crecer desde abajo las palabras: “Marchamos contra el plan de ajuste, hambre y represión de Milei y los gobiernos provinciales, quienes atacan brutalmente nuestras condiciones de vida y pretenden avanzar sobre derechos conquistados de la mano del DNU”.
Cada año son más las que se suman con su arte, su bronca, sus colores, música y danzas. Son los tambores del candombe, la cumbia colombiana o las copleras del monte. Es la poesía hecha barricada y las canciones dulces de las artistas de Capilla.
Cada año, el 8 de marzo es un ritual que abraza ancestras y llena de tomillos y salvias el humo del caldero.
Cada año, el aquelarre se enciende en este pequeño rincón del planeta: “Con nuestros cuerpos vibrantes y sororos ante la marea verde que nos unió en una demanda histórica por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, exigimos: que el hospital de Capilla del Monte garantice las leyes de interrupción legal y voluntaria del embarazo con profesionales especializados e insumos”.
Las demandas y repudios continuaron a lo largo del camino. Fue el basural ilegal, la precarización laboral de las mujeres y disidencias de Capilla, la trata con fines de explotación sexual, la falta de un funcionamiento real del Servicio Local, la justicia patriarcal que actúa gracias a la complicidad de gobiernos y funcionarios judiciales, la miseria y el ajuste que siguen empobreciendo a las más pobres. La lista es larga. Cada oración, es una sentencia que hace sentido en el gran rompecabezas del patriarcado.
El cierre fue ronda. La avenida Pueyrredón se hizo, una vez más, el escenario que abrió la boca de la noche: VERDAD Y JUSTICIA PARA CECILIA BASALDÚA. LIBERTAD PARA FLAVIAS SAGANÍAS.
Es marzo de memorias y aquelarres. “Porque cansadas de ceder, nos rebelamos”, se escuchó. “No estamos solas, estamos organizadas. Vivas, libres y desendeudadas nos queremos. Arriba las que luchan”, y la ronda se hizo el sahúmo que coronó a la noche con canciones y coplas, con cumbias y poesías.
Es marzo y la calle siempre aguarda en el abrazo rebelde. Hay una esperanza que crece: adelante resiste lo posible.