PANORAMA

Vecinos de Punilla siguen en alerta ante los recortes del Hospital de La Falda

Entrevista al Dr Benjamín Malamud, sobre la lucha del movimiento de vecinos autoconvocados por el Hospital Municpal La Falda

En el corazón de Punilla, la preocupación crece al ritmo de los recortes en salud pública. El Hospital Municipal de La Falda, que alguna vez fue un emblema regional de atención sanitaria, atraviesa una grave crisis que ha motivado la movilización de vecinos autoconvocados, entre ellos el doctor Benjamín Malamud, histórico referente del hospital.

“Hoy no hay más obstetricia, no hay partos en La Falda, no hay cirugías ni anestesistas”, advierte Malamud. La situación, asegura, se viene denunciando desde hace tiempo, pero los últimos meses marcaron un punto de quiebre: se cerraron servicios clave y se agudizó la precarización del personal.

La crítica situación llevó al grupo Vecinos Autoconvocados a recorrer municipios, gestionar reuniones con intendentes, y llevar sus reclamos a los Consejos Deliberantes. Malamud cuenta que en una reciente audiencia pública, que reunió a más de 200 personas, se logró un primer reconocimiento a su esfuerzo y el compromiso informal de avanzar en soluciones. Pero la realidad de fondo persiste: “La situación en La Falda no ha cambiado”, asegura.

Uno de los principales objetivos del grupo es transformar el hospital en un ente sanitario regional, con participación y coordinación de las localidades vecinas como Huerta Grande, Valle Hermoso y Villa Giardino. La falta de integración actual —por ejemplo, la ausencia de un registro unificado de pacientes entre municipios— genera ineficiencia, duplicación de gastos y sobrecarga del sistema local. «Cada traslado al Hospital Funes cuesta 300 mil pesos», ejemplifica Malamud. “Ese dinero podría utilizarse para contratar anestesistas y evitar esos traslados”.

La reunión con el intendente de Huerta Grande, Germán Coraza, abrió una posible vía de cooperación: articular esfuerzos y recursos para lograr una cobertura sanitaria más eficaz. Pero también dejó al descubierto los efectos del ajuste estructural. “Reciben raciones alimentarias para 800 niños y tienen 1.200”, ejemplifica Malamud para ilustrar el desfinanciamiento que afecta tanto a la salud como a la educación.

El contexto nacional también pesa. Malamud denuncia que el gobierno nacional aplica una lógica de “castigo” a las provincias que no apoyan sus leyes y que, incluso cuando las apoyan, el ajuste continúa. «Se están destruyendo instituciones como el Hospital Garrahan. Médicos ultraespecialistas se ven obligados a abandonar lo público porque no pueden sostenerse con los salarios actuales», afirma con preocupación.

Desde Vecinos Autoconvocados no buscan confrontar por confrontar. “Aportamos ideas constructivas”, subraya Malamud. Y aunque desearía que no hiciera falta su intervención —“lo ideal sería que las instituciones funcionaran normalmente”—, mientras la salud pública siga en riesgo, ellos seguirán activos.

El caso del Hospital de La Falda es el reflejo de una crisis más amplia que atraviesa el sistema de salud en Argentina. Pero también muestra el valor de la participación ciudadana, la organización colectiva y el compromiso de profesionales que, como Malamud, decidieron no quedarse de brazos cruzados.