PANORAMA

“La ciencia argentina se desangra”: alerta de investigadores frente al vaciamiento del CONICET


Ariel Chernomoretz, doctor en física e investigador principal del CONICET, denuncia el desmantelamiento sistemático del sistema científico y universitario argentino. En una entrevista en Radio Panamericana FM 103.7, advierte sobre los efectos devastadores del ajuste presupuestario y la falta de interlocutores en el gobierno.


“La ciencia argentina se está desangrando”. La frase, pronunciada con serenidad y convicción por el doctor Ariel Chernomoretz en una entrevista reciente con Radio Panamericana, resume con crudeza el drama que atraviesa el sistema científico del país. Investigador principal del CONICET, profesor de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA y director de un grupo en bioinformática aplicada a la biomedicina, Chernomoretz se ha convertido en una de las voces más claras contra el vaciamiento de la ciencia pública.

“Estamos bajo el yugo de la motosierra”, dijo, aludiendo a la política de recortes impulsada por el gobierno nacional. Según explicó, el ataque al sistema no es sólo económico, sino conceptual: “No hay estamento ni institución que haya quedado al margen del ajuste”. Becas canceladas, ingresos a la carrera científica frenados, subsidios interrumpidos y proyectos paralizados son parte del paisaje actual.

Uno de los aspectos más alarmantes que remarcó es la ausencia total de diálogo con las autoridades. “No hay un interlocutor válido. La bajada de línea es ignorar cualquier cuestionamiento y simplemente dejar que el sistema se desangre”, sentenció.

Chernomoretz alertó sobre el carácter ideológico de esta embestida. “Hay un descreimiento del rol de lo público, del Estado como transformador”, sostuvo. Incluso cuando existen leyes que garantizan un piso mínimo de financiamiento para la ciencia, la actual gestión las ignora deliberadamente.

En medio del estancamiento, uno de los ejemplos que más preocupa al investigador es el programa POBLAR, que estudia el material genético de la población argentina. “Tiene aplicaciones inmediatas en biomedicina. Por ejemplo, saber qué mutaciones genéticas son frecuentes en Argentina permite hacer mejores diagnósticos y tratamientos, especialmente en casos como el cáncer de mama. Usar recomendaciones basadas en poblaciones europeas o estadounidenses no nos sirve”, explicó. Hoy, ese programa está paralizado.

La movilización nacional del sector científico, impulsada por la red autoconvocada RAICES, logró llevar a las calles un reclamo que suele mantenerse en laboratorios y aulas. Según Chernomoretz, el respaldo social existe, pero hay que ganarlo mostrando con claridad lo que está en juego: “Nuestro trabajo es silencioso, pero cotidiano y fundamental. Formamos recursos humanos, resolvemos problemas locales con herramientas innovadoras. Ese entramado también es comunidad”.

La preocupación va más allá del presente. Chernomoretz advierte que lo que se está comprometiendo es el futuro: “Estamos perdiendo generaciones formadas que hoy buscan otros horizontes porque no ven posibilidades aquí. En lugar de aprovecharlas, las estamos expulsando”.

Frente a una política que mide todo con la lógica de una planilla de Excel, el científico propone una respuesta integral: revalorizar la cultura, la educación y la ciencia como partes de un mismo tejido social. “Lo que está en juego es nuestra idea de comunidad. Espero que la sociedad lo entienda antes de que sea demasiado tarde”.